¿ La creencia en
la Reencarnación, podría ser otra superstición más?
Cuando analizamos este tema, podemos comprobar
como no estamos ante una superstición,
sino ante una realidad demostrada por la ciencia y evidente a la razón..
Si se estudia seriamente el tema
de la reencarnación, en primer lugar se
descubre que es un pilar básico y común de muchas religiones en todo el
mundo, pero además es una realidad ignorada y no tenida en cuenta en nuestras
sociedades occidentales, tan influidas por el materialismo y por las profundas
raíces sociales que las religiones que rechazan esta idea, han mantenido a toda costa.
Y al profundizar en este hecho, vemos como siendo
la existencia de los espíritus, una
realidad constatada por hombres de Ciencia, aunque ignorada en occidente por cuestión de la religión
dominante en estas latitudes, cuando es
admitida, se puede desprender de esta realidad
tras un análisis y un razonamiento
a la luz del conocimiento espiritual,
enseñado por los propios espíritus ( el
Espiritismo) a su Codificador Allan Kardec a través de diferentes
mediumnidades, toda una filosofía absolutamente racional , sencilla y profunda,
de carácter trascendente , moral y ético, que está basada no ya en una fe
religiosa, sino en una realidad largamente demostrada y contrastada, aunque no
reconocida por la Ciencia oficial, de carácter materialista, y que además está avalada por una racionalidad
y una lógica incontestables. De ahí se comprende el por qué estos principios asimilados y comprendidos, pueden
mejorar nuestras vidas como Seres humanos por encima de lo que suponen
las religiones a tal efecto, pues estas están solamente basadas en la fe
dogmática, independiente de la razón y
carente de bases demostradas de la
ciencia experimental.
Es de subrayar que la
filosofía espiritualista que de ella se desprende ha podido resistir siempre los embates de la
de la filosofía materialista que se
extiende por todas partes en nuestra época actual, cuando se la ha examinado
con una mentalidad coherente y libre de prejuicios ni de preconceptos, porque al apoyar el
razonamiento filosófico en esta Ley
Natural, se suelen hallar respuestas a tantas y tantas preguntas que se
encontraban sin solución. Esto tan asombroso nos lleva a intuir que nos
encontramos no ya ante una simple teoría, sino ante una gran realidad que sorprendentemente ha sido tan largamente ocultada,
ignorada y desfigurada a través de las
anteriores épocas humanas, pero que precisamente nos da las
claves de las respuestas y soluciones a tantos problemas que plantea
la vida humana.
Sabemos que este tema ya ha sido investigado muchas veces con resultados positivos por personajes importantes y prestigiosos
dentro del ámbito de las Ciencias y a
pesar de las naturales resistencias que la idea ha tenido a nivel de la propia ciencia oficial, cada vez son más los
científicos que la respaldan, porque
muchos de sus reconocidos miembros, mediante sus métodos de comprobación y de
investigación, han podido confirmar la
realidad de esta ancestral creencia, que
como ya se ha dicho, está totalmente demostrada.
Además es de señalar que a nivel
popular esta idea está más divulgada y conocida de lo que ha estado
nunca, así como otras leyes naturales y principios relacionados con la reencarnación, tal como la ley de Causa y
Efecto ( karma), la ley de afinidad, etc.
Esto nos lleva a afirmar que, definitivamente,
se puede descartar la idea como falsa o supersticiosa, aunque alrededor de esta
realidad también es muy cierto que se han tejido infinidad de supersticiones,
hijas de la ignorancia y de la fantasía.
- Jose Luis Martín-
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“Caracteriza al Espiritismo la ausencia total de
ritualismo y que, teniendo como base de doctrina las leyes naturales, excluye
racionalmente la idea de lo sobrenatural, del milagro y del poder del fetiche,
talismán o amuleto”
- Deodolindo Amorim-
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SUICIDAS
“El espíritu de un suicida continúa ligado al cuerpo carnal que creía haber destruido; sufre lentamente todas las fases de la descomposición y las sensaciones dolorosas se multiplican en lugar de disminuir. Lejos de abreviar su padecimiento, lo prolonga indefinidamente; su malestar y su turbación persisten durante mucho tiempo después de la destrucción de la envoltura material. Le será preciso afrontar de nuevo las pruebas a las cuales creía escapar con su muerte y que eran el resultado de su pasado y, para ello, tendrá que sufrir una reencarnación más penosa que aquella de la cual quiso huir”.
León Denis
Obra: Después de la muerte.
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MEDIUMNIDAD Y
LOCURA
Cómo distinguir
límites y diferencias
Claudio C. Conti
Claudio C. Conti
Las personas que son acometidas de experiencias
mediúmnicas pueden presentar pensamientos y sensaciones que, cuando no son debidamente
identificados, debido a la falta de conocimiento del propio individuo,
familiares y médicos, pueden culminar en consecuencias desastrosas. Nosotros
aun tenemos la tendencia de analizar las situaciones bajo una óptica basada en
los conceptos del siglo XIX, considerando todo como si fuera regido por las
leyes de la Física Clásica. A esta tendencia, se acostumbra a denominar de
“visión newtoniana”, pues es muy fácil para la mente humana, elaborar
pensamientos sobre asuntos con los cuales estamos envueltos en nuestro día a
día y objetos concretos, del tipo que podemos ver y sentir. Los conceptos de
materia y espacio sufrieron cambios drásticos y es importante que también el
ser humano sea visto en una connotación diferente: como proceso dinámico, pues el no es sólo un conjunto de órganos
materiales sometidos a reacciones químicas y procesos eléctricos.
Joanna
de Ângelis, en el libro El Ser Consciente, dice que “Los avances de la Física Quántica, la
Relatividad del Tiempo y del Espacio y la Teoría de la Inseguridad abrieron
perspectivas psicológicas antes ni siquiera soñadas, teniéndose en cuenta el
concepto del venir a ser” .Dice aunque “solamente cuando es estudiado en su
plenitud – espíritu, periespíritu y materia – se pueden resolver todas las
cuestiones y desafíos que lo compone…”.
Con
estas consideraciones en mente, volvamos al asunto principal.
Cuando
una persona comienza a ingerir bebidas alcohólicas, después de algunos tragos
surge una sensación peculiar.
Antes
aun del estado que se acostumbra a llamar “tonto”, la persona tiene la
impresión de estar como fluctuando y parece que se encuentra fuera de la
realidad.
Fijemos
nuestra atención en esta sensación.
Consideremos, ahora, una persona que, sin ingerir ninguna cantidad de
alcohol, sea acometida, súbitamente,
de una sensación muy parecida con la descrita arriba y que la
frecuencia con
que ocurre va, gradualmente, aumentando. Después de algún tiempo, la sensación
viene acompañada de pensamientos extraños, que no se consigue entender, pues se
tiene la “seguridad” que tal pensamiento no le es propio. Con el paso del
tiempo, estos pensamientos se vuelven más fuertemente establecidos en la mente,
y la “seguridad” de antes volverse la “duda” de hoy.
Varias
explicaciones son elaboradas: estrés, cansancio, preocupación… El estrés es una
buena elección: dolencia de moda, nada que unas vitaminas y descanso no
resuelva. Sólo que no lo solucionó. Entonces se pasa a la terapia.
Las
sensaciones son, ahora, también acompañadas de ciertas acciones y trayectos,
más allá de actos y palabras sin una razón aparente. Ocurren cambios bruscos de
humor sin motivo alguno. Deja de ser “estrés” para volverse “depresión”.
La
terapia no está ayudando mucho. Se hace necesaria alguna actitud más “fuerte”.
Se inicia, entonces, el tratamiento con antidepresivos leves. Después de algún
tiempo, la persona es también acometida de fuertes dolores de cabeza y luego
aparecen convulsiones. Se aumenta, entonces, la dosis de los antidepresivos.
Por fin, considerado loco por aquellos que lo rodean, el individuo es
relegado a los cuidados de una enfermera o clínica especializada. Según El
Libro de los Médiums, “médium” sería la “persona que puede servir de
intermediaria entre los Espíritus y los hombres”. Con todo, en menor o mayor
escala, todos son médiums. Está claro que, en algunos, la mediumnidad se
presenta de forma ostensiva, en cuanto
que,
en otros, ocurre de forma sutil, imperceptible. Por tanto, todos están
sujetos al asedio de espíritus desencarnados, pero, para el médium no educado,
es como si mantuviese la puerta permanentemente abierta, sin vigilancia,
pudiendo entrar cualquiera.
La
obsesión, que es la acción persistente de un espíritu sobre otro, comienza de
forma imperceptible, y va aumentando gradualmente, tejiendo una tela en la que
el individuo se enlaza.
La literatura Espírita está
repleta de libros tratando de obsesiones y desobsesiones, auxiliando a espíritus
que se encuentran sumergidos a esta molestia aun tan común en estos días y que
se presenta
en las más variadas intensidades.
Llegará
el día en que todos los profesionales de la salud considerarán la obsesión como
una de las causas de la locura y, aplicándose el tratamiento adecuado, el
cuadro podrá revertirse, liberando no sólo al enfermo encarnado, sino también
al enfermo desencarnado.
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Peligros de la mediumnidad |
En el desarrollo y puesta en práctica de cualquier mediumnidad, existen determinados peligros que es importante conocer de antemano antes de ejercerla, para estar prevenidos y atentos ante cualquier circunstancia que pueda acontecer. Algunos de estos peligros ya han sido mencionados en capítulos anteriores, y son aquellos que hacen referencia al mal uso de la mediumnidad, a la mediumnidad carente de conocimientos espirituales o desequilibrada psíquicamente. En estos casos el riesgo principal es caer en las redes del astral inferior, aquellos espíritus obsesores y perturbadores que engañarán al médium y a sus asistentes, llevándoles por caminos equivocados y alejados por completo de la moral cristiana que el espiritismo propone. Además de los riesgos mencionados, que sin duda perjudicarán sobremanera el progreso espiritual de aquellas facultades que los sufren, están también los riesgos físicos. Es evidente, que cuando se trata con fuerzas negativas del astral inferior, la voluntad del médium va siendo cada vez más débil, subyugándola constantemente estas entidades de tal forma que pueden acceder con sus energías y fluidos groseros a la materia hasta tal punto de ocasionar graves dolencias físicas en las facultades. Estas dolencias físicas pueden comenzar por ser mentales, paulatinamente irán aprovechándose del desequilibrio del médium para trastornar y debilitar su razonamiento y sentido común. Pero también pueden ser dolencias físicas, pueden provocarles accidentes graves, trastornos internos de funcionamiento corporal, etc. Todo ello está al alcance de los espíritus de baja condición con los que tan cómodos y tan a gusto se sienten las mediumnidades propensas al fanatismo, la superstición o el endiosamiento. Pero sin duda, uno de los mayores peligros de la mediumnidad consiste en perder esa facultad que Dios le concedió para realizar el bien y progresar espiritualmente. ¿Se puede perder una mediumnidad, habiéndola concedido Dios para el progreso de un espíritu determinado? ¿Es posible el estancamiento de la mediumnidad y su entorpecimiento? ¿Si se llega a perder la mediumnidad, es posible recuperarla? Todas estas preguntas se responden bajo un razonamiento sencillo y lógico en la comprensión misma de lo que significa una facultad espiritual. Una mediumnidad es un compromiso espiritual que adquieren dos espíritus ante Dios para realizar un trabajo en la tierra. Uno de esos espíritus, encarnado, es el responsable de ejercerla adecuadamente, con altruismo y bondad, con conocimiento y sin fanatismo; el otro es el espíritu protector que le guiará, aconsejará y orientará acerca de todo lo preciso para el desarrollo y desenvolvimiento de la mediumnidad. Tanto el uno como el otro son responsables ante Dios por sí mismos de la labor que han de realizar; si uno de ellos se vuelve atrás y no desea cumplir con esa altísima responsabilidad, estará incumpliendo lo prometido, pero no por ello el otro ha de hacer lo mismo. Este es el caso de muchas mediumnidades que se desvían del camino recto y, desoyendo los consejos de su protector, actúan de forma descontrolada, satisfaciendo sus necesidades materiales por encima de las espirituales, dando rienda suelta a los defectos morales por los que la parte negativa se filtra y actúa de forma sutil y eficaz. En estos casos el protector avisará repetidamente a la facultad del peligro que corre y de la necesidad de responsabilizarse en el ejercicio de su facultad; si llegado el momento esta facultad, desoyendo todo tipo de consejo sigue empeñada en sus actitudes negativas, el protector podrá solicitar a Dios la retirada de su compromiso, y si el Padre lo concede este espíritu quedará liberado de su responsabilidad, no así la materia que de forma automática perderá su facultad y la capacidad de ejercerla. Esto ocurre muchas veces, y de ahí viene el desconcierto de grandes facultades que en su endiosamiento llegaron a fracasar por prescindir de sus protectores que son, al fin y al cabo los que les otorgan el poder extraordinario de cualquier mediumnidad. También puede ocurrir otra situación que suele darse con facilidad en las facultades de curación, y esta no es otra que, cuando aquella facultad actuando incorrectamente desoye los consejos de su protector, y este último, a pesar de todo decide proseguir con su compromiso espiritual por el bien que puede hacer a otras personas que acuden a beneficiarse de esos fluidos sanadores. En este caso el protector cumple con su compromiso mientras que la persona con mediumnidad no lo nace, y por ello tendrá que dar cuenta el día de mañana, volviendo en una nueva existencia en condiciones más difíciles, donde tendrá que aprovechar mejor la facultad concedida, procurando no equivocarse de nuevo a fin de evitar el sufrimiento y entorpecimiento que tal circunstancia puede conllevarle. Las facultades entorpecidas son aquellas que, renunciando a su responsabilidad no quieren realizar este compromiso, reniegan de él porque les supone molestia, incomodidad, sacrificio y renuncia personal, y al tratarse de facultades impuestas, en su gran mayoría, no poseen equilibrio suficiente que les permita salvaguardarse del acoso de las fuerzas negativas. En esa existencia sin duda sufrirán enormemente por esta circunstancia al rehusar cumplir el compromiso adquirido antes de encarnar. Como hemos comprobado, el mejor método para evitar riesgo alguno en las mediumnidades, es el que nos propone Allan Kardec en la codificación. Una buena base moral y de conocimientos espirituales permite a cualquier facultad poder desarrollarse con éxito, sin entorpecimientos, aprovechando su existencia al máximo y progresando espiritualmente. Ejerciendo con amor, altruismo y responsabilidad la facultad mediúmnica, estaremos bajo el amparo de los espíritus de bien, que nos inspirarán y protegerán de cualquier riesgo de perturbación negativa, al propio tiempo que sublimaremos la alta responsabilidad que la mediumnidad conlleva, ofreciendo así, con nuestro ejemplo, el camino a seguir por los demás. Antonio Lledó Flor Revista "Amor, paz y caridad" | |
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