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miércoles, 30 de septiembre de 2015

El tormento del poder


     
        LA VIDA Y LA MUERTE.

68 – ¿Cuál es la causa de la muerte de los seres orgánicos?
– El agotamiento de los órganos.
– ¿Podría compararse la muerte a la cesación del movimiento de determinada máquina desorganizada?
– Sí; si la máquina está mal montada, la actividad cesa; y si está malo el cuerpo, la vida se extingue.
69 – ¿Por qué una lesión del corazón con preferencia a la de otros órganos, produce la muerte?
– El corazón es una máquina de vida; pero el corazón no es el único órgano en el que una lesión causa la muerte, pues no es más que una de las partes esenciales.
70 – ¿En qué se transforman la materia y el principio vital de los seres orgánicos, cuando estos mueren?
– La materia inerte se descompone y toma nueva forma; el principio vital vuelve a la masa.

Muerto el ser orgánico, los elementos que lo componen sufren nuevas combinaciones que forman nuevos seres, los cuales toman de la fuente universal el principio de la vida y de la actividad, lo absorben y asimilan para devolverlo a la misma fuente, cuando dejen de existir.
Los órganos están impregnados, por decirlo así, del fluido vital. Ese fluido da a todas las partes del organismo una actividad que las pone en comunicación entre sí, en los casos de ciertas lesiones restablece las funciones momentáneamente perturbadas. Pero cuando son destruidos los elementos esenciales al funcionamiento de los órganos, o están alterados profundamente, el fluido vital es impotente para la transmisión del movimiento de la vida y el ser muere.
Los órganos reaccionan más o menos necesariamente los unos sobre los otros y de la armonía de su conjunto resulta su acción recíproca. Cuando una causa cualquiera destruye esa armonía, sus funciones cesan, como el movimiento de un mecanismo cuyas piezas esenciales están descompuestas. Tal sucede a un reloj que se gasta con el tiempo, o se descompone por accidente, en el cual la fuerza motriz queda impotente para ponerlo en movimiento.
Tenemos una imagen más exacta de la vida y de la muerte en un aparato eléctrico. Ese aparato recoge electricidad, en estado latente como todos los cuerpos de la Naturaleza. Los fenómenos eléctricos sólo se manifiestan cuando el fluido es puesto en movimiento por una causa especial. En ese caso, se podría decir que el
aparato está vivo. Cesando la causa de la actividad, el fenómeno cesa; el aparato vuelve al estado de inercia. Los cuerpos orgánicos serían así como una especie de pilas o aparatos eléctricos en los cuales la actividad del fluido determina el fenómeno de la vida; la cesación de esa actividad produce la muerte.
La cantidad de fluido vital no es un factor absoluto para todos los seres orgánicos; varía según las especies y no es un factor constante, bien sea en el mismo individuo, o en individuos de la misma especie. Los hay que están
saturados de él, mientras que otros disponen apenas de una cantidad suficiente, y de aquí que la vida sea en algunos más activa, más vibrante y en cierto modo superabundante.
La cantidad de fluido vital se agota y puede llegar a ser insuficiente para el mantenimiento de la vida, sino se renueva por la absorción y asimilación de las substancias que lo contienen.
El fluido vital se transmite de un individuo a otro y el que tiene más puede dar al que tiene menos y en ciertos casos restablecer la vida a punto de apagarse.

EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.


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NUESTRO ANGEL DE LA GUARDA



El contacto con nuestro espíritu protector 'Ángel de la guarda' 

Aprovechándonos de algunas palabras del cantante y compositor Fabio Júniorque, al hacer un homenaje a su fallecido padre, nos hace recordar cuan intensa es esa relación que mantenemos con los amigos espirituales y, más específicamente, con nuestro `ángel de la guarda´. Dice así: 

“Entre las puertas de lo visible y de lo invisible, una tenue barrera nos separa de la eternidad. 
Más allá de la materialidad pasajera de las cosas, queda el reino de las cosas verdaderas, que la gente carga como un tesoro en el corazón. 
Lazos inquebrantables de un amor insuperable; ternuras profundas de una amistad real… 
Manos que sellan como guardias en nuestro camino; espíritus de luz iluminando nuestro corazón; fantasmas familiares como guías, como fuerzas de protección. 
Ahí la gente ve que el tiempo no vale nada; es pobre en el camino de la evolución”.
 


Según lo que podemos aprender en la Doctrina Espírita, más allá del mundo material, existe otra dimensión denominada como `mundo espiritual´. Y esas dos realidades del Universo no están disociadas, ya que una ejerce gran influencia sobre la otra.


A través de los conceptos reencarnacionistas, tenemos que todos somos espíritus inmortales cuya trayectoria evolutiva está mezclada por dos fases que se alternan de manera ininterrumpida: la vida espiritual seguida de una vida material, a través del fenómeno de la encarnación (nacimiento) ; que, a su vez, es nuevamente seguida de la vida espiritual por medio de la desencarnación (muerte). Y así sucesivamente...

Con eso, cuando no estamos encarnados, habitamos en el plano espiritual regiones compatibles con los valores morales, emocionales, intelectuales y espirituales que aun cargamos. El capítulo IV, de EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO, al abordar sobre `los lazos de familia fortalecidos por la reencarnación´ (item 18), dice:  “Los espíritus forman en el espacio, grupos o familias unidas por el afecto, por la simpatía y semejanza de inclinaciones; esos espíritus, felices por estar juntos, se buscan; la encarnación no los separa sino momentáneamente, porque, después de su reentrada en la Erraticidad, se reencuentran, como amigos a la vuelta de un viaje. 
(...) Si unos están encarnados y otros no lo están, por eso no están menos unidos por el pensamiento; los que están libres (viviendo en el mundo espiritual) velan sobre los que están cautivos (viviendo en el mundo material), los más avanzados procuran hacer progresar a los retardados.” 


Pero es en el capítulo IX (libro II), de EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS, donde encontramos 33 preguntas que más ampliamente nos esclarecen sobre lo que serían esos desencarnados que velan sobre nosotros de manera más directa.


En la cuestión 490, tenemos: “¿Qué se debe entender por ángel guardián?” Respuesta: “El Espíritu de un orden elevado”. O sea, él es un gran afecto que traemos del pasado, y que por ser más evolucionado, nos asiste en esta encarnación.

¿Y cuál es su misión?
Como respuesta de la cuestión 491, encontramos: “La de un padre sobre sus hijos: guiar a su protegido en el buen camino, ayudarlo con sus consejos, consolar sus aflicciones, sustentar su coraje en las pruebas de la vida”. 
Es bastante compleja la tarea de ese espíritu que nos ampara, pues su asistencia tiene que transcurrir de forma de no herir nuestro libre albedrío. Por conocer nuestras dificultades íntimas y fragilidades, él nos orienta, pero no determina el camino a ser seguido; nos protege y alerta, pero, no impone las decisiones que debemos tomar, justamente para no quitar de nosotros méritos de nuestros descubrimientos y conquistas.

¿Qué nos predispone a un contacto más intenso con él?

El reconocimiento íntimo y la oración sincera. Por el hecho de que ambos elevan la frecuencia energética (patrón vibratorio) y ampliar nuestra capacidad de sintonía, a través del intercambio mental (intuición), nuestro espíritu protector actúa de manera más efectiva a nuestra sensibilidad. Es como si él nos susurrase algo; y ese fenómeno se asocia a nuestra “voz de la conciencia”, pues algo dentro de nosotros nos sugiere, por ejemplo, lo que debemos o no hacer.

Pero por el factor de la intuición es una percepción rápida, momentáneamente y pasajera; un flash súbito o una idea que brota de forma espontánea e inesperada, muchos juzgándola sin mayores créditos y no atienden a esos pensamientos más íntimos.

No obstante, no es solamente por medio de ella que nuestro “ángel de la guarda” intenta auxiliarnos. Existen otras maneras. Y quien nos da la revelación es el Espíritu Emmanuel: “Ora y pide. Enseguida, presta atención. Algo vendrá por alguien o por intermedio de alguna cosa, dándote, en esencia, las informaciones o los avisos que solicites. 
En muchas circunstancias, la advertencia o el consejo, la frase orientadora o la palabra de bendición te alcanzarán el alma, en el verbo de un amigo, en la página de un libro, en una nota sencilla de la prensa y hasta incluso en un simple anuncio que se te cruce en el camino.”
 [1] 


Con estas palabras, podemos percibir que son muchos los caminos que la Espiritualidad Mayor usa para hacer llegar hasta nosotros todo cuanto necesitamos para la sustentación del equilibrio y de la firmeza delante de nuestros desafíos: consuelo, advertencia, energías saludables, luz,…

Mientras tanto, existe una determinada ocasión en que nuestro protector conversa directamente con nosotros, “ojos en los ojos”. ¿Cuál sería ese momento?

Cairbar Schutel
El Espíritu Cairbar Schutel así nos dice: “En todo instante de su peregrinación por la vida material, el individuo está recibiendo importantes orientaciones del Plano Espiritual a través de las intuiciones o inspiraciones. Durante el sueño, cuando está en desprendimiento del cuerpo físico, el Espíritu, liberado momentáneamente, recibe, si estuviera al tanto receptivo, buenos consejos de los mentores y amigos espirituales. 
Dar valor, es sobre todo, seguir tales alertas haciéndole más fácil la búsqueda de la evolución… 
(...) Tales advertencias pueden servir para resaltar la necesidad de la autocrítica, incentivar el cambio de actitudes e incluso detener un procedimiento menos digno o anticristiano”
 [2]


La Doctrina Espírita enseña que durante el sueño físico, apenas nuestro cuerpo reposa. Al encontrarnos, en espíritu, parcialmente liberados de la materia que descansa, siempre buscamos regiones astrales de nuestro interés inmediato y mantenemos contacto con seres que nos son afines, sean ellos superiores o inferiores. 

Con el reconocimiento íntimo y la oración, positivamente abrimos los canales de comunicación (nuestra sensibilidad) y dormimos predispuestos a permitir que nuestro espíritu protector nos ofrezca una orientación más indirecta. A veces, nos acordamos vagamente de tal asistencia, afirmando que soñamos eso o aquello. Pero, incluso que no tengamos recuerdo alguno, guardamos en nuestro interior la orientación proporcionada y, en el momento oportuno – cuando en vigilia (despiertos) –, obramos de acuerdo con aquella “voz interior” que nos habla para hacer o para evitar alguna cosa. 

De ahí la importancia de la oración. A través de ella deshacemos nuestras disposiciones íntimas fuertemente envueltas en la desesperación, en la aflicción, en la no creencia, en el sufrimiento y cosas así, y nos volvemos más receptivos a las sugestiones superiores. 

Efectivamente, ¿qué espera de su protegido el “ángel de la guarda”? 

Utilizando las palabras dictadas por el Espíritu André Luiz, podemos afirmar que: “Los instructores de la verdad espiritual desean, antes de todo, nuestra renovación íntima, para la vida superior. Si apenas buscamos consuelo, sin adquirir fortaleza, no pasaremos de niñosespirituales. Si procuramos la compañía de orientadores benevolentes, tan sólo para el gozo de ventajas personales, ¿dónde estará el aprendizaje? ¿Acaso no permanecemos, aquí, en la Tierra, en aprendizaje? ¿Habríamos recibido el cuerpo al renacer, apenas para reposar? Es increíble que nuestros amigos de la esfera superior nos vengan a suprimir la posibilidad de caminar por nosotros mismos, usando los propios pies. Naturalmente, no nos quieren los benefactores del Más Allá para eternos necesitados de la casa de Dios y, sí, como compañeros de gloriosos servicios del bien, tan generosos, fuertes, sabios y felices como ellos ya lo son.” [3] 

Con la intuición de finalizar el asunto, es imposible no citar a San Agustín(Espíritu) que, con sublimes palabras, vehementemente nos invita a la creencia y búsqueda de nuestro “ángel de la guarda”, pues es él que habla más directamente a nuestro corazón. Es con él que alimentamos "ternuras profundas de una amistad leal”, porque lo que nos sustenta unidos son "lazos inquebrantables de un amor insuperable”. 

Está a nuestro alrededor el espíritu protector, incluso que no podamos verlo. La fe es la puerta que abre nuestro corazón y nos permite reconocer su presencia y su acción, inclusive cuando no lo miramos con los ojos del cuerpo físico. 

Así, Agustín se expresa: “Es una doctrina que debería convertir a los más incrédulos por su encanto y por su dulzura: la de los ángeles guardianes. Pensar que se tienen siempre cerca de sí seres que os son superiores, que están siempre ahí para aconsejaros, sustentaros, ayudaros a escalar la áspera montaña del bien, que son los amigos más seguros y más dedicados que las más íntimas uniones que se pueda contraer sobre esta Tierra, ¿no es una idea bien consoladora? Esos seres están ahí por orden de Dios; él los colocó junto a vosotros y ahí están, por su amor, cumpliendo una bella, pero penosa misión. Sí, donde estéis, él estará con vosotros: las prisiones, los hospitales, los lugares de libertinaje, la soledad, nada os separa de ese amigo que no podéis ver, pero del cual vuestra alma siente los más dulces estímulos y oye los más sabios consejos. 

¡Deberéis conocer mejor esta verdad! ¡Cuantas veces ella os ayudará en los momentos de crisis; cuantas veces ella os salvaría de los malos Espíritus! 
(...) ¡Ah! Interrogad a vuestros ángeles guardianes (a través de la oración, del pensamiento,…); estableced entre ellos y vosotros esa ternura íntima que reina entre los mejores amigos. No penséis en esconderles nada, porque ellos tienen los ojos de Dios, y no podéis engañarlos. 

(...) Cada ángel guardián tiene su protegido sobre el cual vela como un padre vela sobre su hijo, y es feliz cuando lo ve en el bueen camino y sufre cuando sus consejos 
 son menospreciados.No temáis fatigarnos con vuestras preguntas; estad, al contrario, siempre en relación con nosotros: seréis más fuertes y felices”. [4] 

«Presentes siempre al lado de sus tutelados, los amigos espirituales de todos los encarnados están a disposición en las horas cruciales y difíciles de los destinos de aquellos que tomaron como discípulos para ayudarlos a enfrentar las adversidades, cumpliendo con las tareas a que se comprometieran antes de reencarnar. 

Eso es porque no existe ningún ser humano que venga a la vida física, después de experiencias anteriores en las cuales acabó fracasando, que no se había preparado para enfrentar los mismos obstáculos y vencerlos definitivamente. Todo regreso al mundo físico es precedido de una preparación profunda y meticulosa que respeta, en primer lugar, la Misericordia del Creador, que no da fardo más pesado de las fuerzas de quien los transportará. 

(...) De cualquier manera, todos renacen con condiciones de superar las caídas, elevarse sobre los escalones, saltar sobre los agujeros, atravesar las corrientes que fueran surgiendo en su trayectoria. 

Y cuando todo pueda estar nebuloso, confuso, de difícil comprensión al encarnado, Dios le permite tener acceso personal a los que le están auxiliando a través de la intuición, a los amigos que, en lo invisible, nos mantienen con los pensamientos volcados para el poder de vencer a sí mismo que cada uno posee. 

Por medio de la oración sincera y recogimiento íntimo, cada encarnado puede entrar en sintonía con esos amigos vigilantes y presentes en nuestra vida y que, lejos de resolver por nosotros los problemas que nos cabe solucionar, buscan infundirnos buenas ideas, pensamientos más claros y estado de ánimo propicio al caminar correcto, dentro de las necesidades evolutivas de cada uno. 

Todas las personas, sin depender de ningún intermediario, ni de cualquier sensitivo especialmente dotado, pueden ser sus propios oráculos*, a través de la elevación interior, de la confianza en la bondad de Dios, en la oración simple y sincera, que dispensa todas las fórmulas ritualistas o artificiales, para transformarse, tan solamente, en la conversación franca entre hijo confuso y Padre comprensivo y sabio. 

Por eso, haciendo el silencio interior, el reencarnado está abriendo condiciones de escuchar las vibraciones sutiles que le tocan el alma y que, en forma de intuiciones, le aconsejan siempre el mejor camino, dentro de la armonía de las leyes del Universo.»

 * Este romance sucede en el Egipto Antiguo; por eso, el uso de este término. Los oráculos eran personas que vivían en templos y cuyas palabras tenían gran peso e inspiraban confianza, porque todo lo que hablaban era derivado de su consulta a las divinidades. Aquellos que los buscaban, siempre deseaban obtener consejos, revelaciones y las más variadas orientaciones para sus problemas y dudas existenciales.

Bibliografia:
RUIZ, André Luiz; Espírito Lucius. Los Roquedos son de Arena. Araras: Ide Editora. 1ª Edición. Capítulo 7, pág. 54. 
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                                                                     BENEFICIENCIA


Queridos amigos, todos los días oigo decir entre vosotros: “Soy pobre, no puedo hacer  caridad”, y todos los días veo que faltáis con la indulgencia hacia vuestros semejantes. Nada les perdonáis y os constituís en jueces muchas veces severos, sin querer saber si quedaríais satisfechos procediesen con vosotros del mismo modo. ¿No es tampoco caridad la indulgencia? Vosotros, que apenas podéis hacer  caridad, practicando la indulgencia, hacerlo así, pero hacerlo largamente.

(El Evangelio Según el Espiritismo, Cap.13, item 15 –  Un Espíritu Protector -  Lyon, 1861)
       
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¿LOS ACCIDENTES SON

  


INEVITABLESFrancisco Cándido Xavier


Ante los accidentes ocurridos en los últimos tiempos, comentábamos diversos asuntos que nos venían a la palabra en forma de preguntas, antes de nuestra habitual reunión pública.

¿El progreso, creando tantas facilidades para la vida física, será un mal? ¿Cómo definir la posición de la maquina ante el hombre? ¿Los accidentes son inevitables? ¿Un hombre conduciendo un coche, por ejemplo, en el caso de que lo esté haciendo con respeto y comprensión por los otros, acatando con sinceridad las determinaciones del tránsito, puede evitar un desastre, alterando los principios cármicos? ¿O aquellos que conducen coches están fatalmente presos a los accidentes, sin ningún medio para evitarlos? ¿La bondad de Dios, que dirige la vida, no conseguirá librar a los hombres de esas pruebas?
Reunidos para las tareas de la noche, El Libro de los Espíritus nos dio para estudio la cuestión 793. Después de diversos comentarios de los hermanos, nuestro querido Emmanuel nos trajo el mensaje que nosotros y los compañeros de la reunión, desearíamos, si es posible, ver publicado con sus anotaciones al respecto, para cumplimentar nuestras reflexiones.


PROGRESO Y SEGURIDAD · Emmanuel

Algunas veces, somos interpelados por amigos domiciliados en la Tierra que preguntan si será realmente válido el crecimiento de la civilización. Y acentúan que los engranajes del progreso material pasan en el mundo para recordar a las mandíbulas del gigante triturando existencias y dejando vasto surco de lágrimas.
Considerando, sin embargo, al progreso por ley de vida, es más razonable ponderar como imperativo de nuestra habilitación espiritual para recibirlo.
Ninguna forma de vida permanece estática en los dominios del Universo.
Todo vibra y todo se transforma con vistas al perfeccionamiento incesante.
La ley de la evolución es irreversible.
Entretanto, es justo observar que no surgen ventajas sin precio.
El Creador determina facilidades para la vida y elevación de las criaturas, más no exime esas mismas criaturas del deber de aprovecharse de ellas con responsabilidad para el bien propio.
El automóvil es concesión divina, a través de la creatividad humana, para abreviar providencias acortando las distancias.
Es Imposible, sin embargo, que la dadiva no esté controlada por los reglamentos de la circulación, en cuyo caso omiso el espíritu de los beneficiados es corregido con los resultados de la propia negligencia.
La fuerza eléctrica elimina numerosos problemas, relacionados con el rendimiento de trabajo, preservación, eficiencia, salud y bienestar, mas no puede ser culpada por los accidentes en que se envuelve, cuando no es protegida y utilizada con el respeto de cuantos se hacen sus favorecidos.
Los aparatos domésticos disminuyen el esfuerzo de los brazos, mientras tanto, reclaman esfuerzo más amplio del cerebro en los dominios de la atención, evitándose calamidades dentro de la casa.
Los ordenadores ganan tiempo, más exigen estudios complejos, para no perturbar las operaciones de la inteligencia perjudicando a la comunidad.
El conflicto entre el progreso y seguridad no proviene de la maquina y si del hombre que la moviliza, toda vez que se muestre la necesaria precaución para el trabajo
Recibe los recursos de la civilización con el aprecio que se debe a la Providencia Divina, que los promueve en auxilio a la Humanidad.
En los eventos difíciles, reverenciamos los principios de causa y efecto que nos rigen los destinos, más no nos olvidemos de la ley de renovación, en base del amor a los semejantes, capaz de superarlos.
Y cuando el desastre por desgracia aparezca, examina con cuidado el mecanismo de las circunstancias que lo produjeron, y muy raramente no encontraras la imprudencia o el desequilibrio del propio hombre tras de el.


EL PRECIO DEL PROGRESO · Hermano Saulo

Todos quieren progresar, más se olvidan de que el progreso tiene su precio. El operario que sube de cargo al de jefe paga por esa elevación con el aumento de su cuota de responsabilidad. El hombre ignorante que adquiere saber asume nuevos compromisos ante la colectividad. La civilización que se desenvuelve crea nuevas necesidades para sí misma y tiene que suplirla con redoblado esfuerzo. La evolución humana es acompañada del desenvolvimiento técnico y exige del hombre mayor control de sí mismo.
La habilitación espiritual del hombre para enfrentar el progreso fue propuesta por Jesús en los principios evangélicos. Desde el inicio del impulso del progreso que el cristianismo dio a nuestro mundo, la carta de habilitación nos fue puesta en las manos. En ella aprendimos la necesidad básica de amor al prójimo, del desapego a los bienes terrenales, la de orar para que las tentaciones no nos impidan; de tomar conciencia de la fragilidad humana y de la responsabilidad del espíritu, como ser inmortal, ante las leyes de Dios.
La ley de causa y efecto actúa en nuestro destino como exigencia de nuestra propia evolución. Más la ley del amor está en nosotros como `providencia divina, que nos permitirá superarlos efectos negativos. El amor disuelve el mal. Quien ama repara voluntariamente las faltas del pasado. Si la ley de renovación nos impele al pagamiento de pesados compromisos, el amor es el tesoro de que disponemos para adelantar esos rescates. Podemos pagar con amor el precio del progreso, en vez de someternos por negligencia al cobro compulsorio.

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           EL TORMENTO DEL PODER

FALSOS CONCEPTOS SOBRE LA FELICIDAD EN LA TIERRA INDUCEN a los seres humanos a comportamientos totalmente opuestos a las bendiciones que anhelan.

Dominados por el hedonismo inmediatista, creen que la plenitud es un estado que se alcanza mediante el poder proveniente de cualquier circunstancia política, religiosa, monetario, social, artístico o de todos ellos reunidos, agrupados en las manos tiránicas de la supremacía en relación a las demás criaturas.

Todo tipo de poder humano se convierte en tormento psicológico, siendo en si mismo un conflicto de inseguridad que impulsa al individuo a la ambición de lograr mayor dominio de lo que tiene en mente, llevándolo casi siempre a posiciones y conductas arbitrarias.

Ese poder buscado ansiosamente es herencia infeliz de la fuerza bruta predominante en las fajas más primitivas de la evolución.

Alcanzado el nivel de la inteligencia, más no de la conciencia de sí mismo y de su significado existencial, el individuo acredita que debe ser temido de alguna forma, porque se siente incapaz de inspirar amor, subyugando a los demás en razón de no conseguir someterse a los límites que le señalan la existencia.

En las relaciones sociales primitivas las conquistas de la violencia y de la arbitrariedad, dando lugar al surgimiento de gobernantes temidos y detestados, que se tornan cada vez más arrogantes y perversos, siempre temerosos de perder la posición de dominadores.

En razón directa en la que hubo el proceso lento y doloroso de la civilización con el surgimiento de los primeros códigos de leyes y de ética, el poder fue adaptándose a las nuevas conquistas, alterando a su manera de liderazgo por el miedo, aunque aun permanezcan los atavismos ascentrales en nuestra actual cultura.

Las interminables guerras, las cuales dispararon a los grupos humanos, en la vana expectativa de someter a los otros pueblos, dejaron marcas sangrientas de las aberraciones  practicadas durante y después de los combates salvajes.

Con la adquisición de la razón, el pensamiento filosófico paso a divulgar la necesidad de los derechos humanos, porque la casi totalidad de los seres humanos siempre se encontró en posición subalterna, dominados y sin cualquier instrumento que les facultasen la dignificación.

Complots e intrigas, traiciones, trucos y trampas cobardes, calumnias y desacatos en nombre de la honra han sido utilizados para la manutención del engañoso poder que luego paso de manos, porque la vida física, por más larga que se presente, es candidata inapelable a la degeneración de sus órganos, coronándose por la desencarnación que nadie abubilla y a todos iguala en la fosa donde son tirados…

El rastro de los poderosos que se impusieron por los engaños de la indignidad en cualquier área humana es siempre señalado por el odio de los contemporáneos, así como de la posteridad que les hace justicia mediante el desprecio a que los relegan.

Esos títeres de memoria abominable son respetables por los periodos de obscurantismo cultural y moral, por temer los calmártelos vigorosos del progreso que los des apean de los ilusorios tronos de donde gobiernan y les gustarían que fuesen permanentes.

El ser humano sin embargo avanza, aun mismo por los caminos más ásperos, de la ignorancia para el conocimiento, de la salvajería para la educación, de la violencia para la paz.

El poder que es fascinante por los favores que proporciona a su autor, es de grave responsabilidad para quien lo ejerce.

En los más variados campos del comportamiento humano se destacan individuos exponenciales que, amados o envidiados, pasan, quieran o no, a ejercerla influencia en relación a los demás que los tornan como líderes y ejemplos.

Las garantías para el ejercicio consciente o no de ese destaque son la estructura moral, la capacidad de discernimiento, a fin de no permitirse la bajulación que envilece el carácter ni entrar en competiciones que corrompen.

La sana conciencia de los valores que los caracterizan para darles robustez para conseguir el rumbo elegido, sin tornarse presuncioso o temerario, reconociendo los limites que poseen y la gran necesidad de desenvolver más la capacidad que le confiere los títulos de ennoblecimiento.

Cuando eso no ocurre, es ejercido el poder que somete a los otros y los mezquinan, que los necesitan y los desconsideran, que se nutre de sus energías y admiración en cuanto los subestiman…

Encontramos esa infeliz conducta en aquellos que, poco preparados para las victorias en las áreas en que se mueven, al alcanzarlas se hacen prepotentes, avaros, déspotas, tornándose nuevos Golias que sucumbieron en los enfrentamientos con los Davis existenciales, que aunque desconsiderados los alcanzan y suplantan…

Científicos y religiosos, pensadores y artistas presuntuosos, a pesar de las hazañas grandiosas que realizaron, no sabiendo conducirse en el poder natural que la vida les ofrece, son vencidos por el tiempo que a todo lo ilusorio diluye en la inexorable marcha de la realidad.

¿Donde se encuentra Pilatos, que humillo a Jesús, los revoltosos miembros del Sanedrín que se hicieron responsables por su crucifixión, los reyes pomposos y constructores de imperios que fueron consumidos, soterrados o cubiertos por las aguas de los océanos, los hábiles cabos de guerra que sembraron el terror en el mundo, los intelectuales, los burlones y los desvariados artistas, los insensatos religiosos y los políticos que gobernaron con crueldad?...

La muerte a todos los venció, no en tanto al Mártir en la Cruz, las víctimas de las guerras de toda expresión, los vencidos por las artimañas y por la astucia de los instintos feroces y de las inteligencias desenfrenadas permanecen en la memoria de la Tierra como ejemplos a ser seguidos, verdaderos héroes que se glorificaron por el coraje de luchar, perseverando en sus ideales.

No es fácil superar la tendencia para el poder, para el dominio, para la sumisión de los otros a los dictámenes de sus pasiones inferiores.

Personas sencillas, idealistas y luchadores dedicados después de tornarse conocidos o destacados en el medio donde se encuentran, infelizmente sin las resistencias morales para las circunstancias, se tuercen en l aceptación del falso poder que suponen ahora disponer, y se modifican, actuando con la misma insensatez de aquellos que antes combatieron.

Siendo así, muchos regímenes y credos que, perseguidos, son fielmente ejercidos, más luego que los aceptan, adoptan los infelices comportamientos y artificios de aquellos de los cuales se apartaron.

El ejemplo más crucial es el del cristianismo antes, cuando odiado por el poder romano, y después, cuando aceptado por el mismo decadente poder, que en el encontró las fuerzas para sobrevivir por un poco más, desapareciendo en la razón directa en que ascendió a los tronos vacios de los antiguos perseguidores para la lamentable gobernanza terrestre…
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Cuando Jesús envió a los setenta de Galilea para anunciar la Era Nueva, les dio el poder de curar a los enfermos, resucitar a los muertos, limpiar a los leprosos, expulsar a los demonios, de gracia habiendo recibido, de gracia ofrecieran, y recomendando que no se fortificasen por los valores de la Tierra que aparentan seguridad… (Mt. 10:8)

El verdadero poder viene de lo alto, tal como fue conferido al maestro por el Padre que lo envió.

Infelices, por tanto, las luchas por el poder, aun en los pequeños grupos donde proliferan la presunción, las disputas enfermizas, y la exorbitante vanidad.

Además, los Espíritus perversos, cuando no consiguen desviar a los discípulos sinceros de Jesús del servicio nos inspiran, escondidos y crueles, las cobardes contiendas y combates por el poder…
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INFELICES LAS LUCHAS POR EL PODER, AUN MISMO EN LOS PEQUEÑOS GRUPOS DONDE PROLIFERAN LA PRESUNCIÓN, LA DISPUTA ENFERMIZA, LA EXORBITANTE VANIDAD . CUANDO JESÚS ENVIÓ LOS SETENTA DE GALILEA PARA ANUNCIAR LA ERA NUEVA, RECOMENDO QUE NO SE PREOCUPASEN DE LOS VALORES DE LA TIERRA QUE APARENTAN SEGURIDAD… EL VERDADERO PODER VIENE DE LO ALTO, TAL COMO FUE CONFERIDO AL MAESTRO POR EL PADRE QUE LO ENVIO.

Traducido por: M. C. R 

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