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domingo, 14 de diciembre de 2014

Sueño y sueños ( 2ª Parte)


     LA PROVIDENCIA DIVINA

La Omnisciencia Divina establece sus Códigos Soberanos de forma perfecta y sin ninguna improvisación, teniendo en cuenta los acontecimientos que se deberán desarrollar a medida que el progreso señale las conquistas que van siendo conseguidas.

Programando el ministerio de Jesús y la difusión de su doctrina de amor,hizo que Espíritus nobles se sumergiesen en la indumentaria carnal en diferentesperíodos del pensamiento histórico, para que las criaturas pudiesen ampliar lapercepción en torno a la futura gesta liberadora para las conciencias humanas.

Desde tiempos inmemoriales, en los diversos países y culturas, misioneros sabios trajeron, por determinación divina, fragmentos de la Verdad que deberían facilitar el entendimiento de las Leyes de la Vida preparando el advenimiento del Mesías de Nazaret.

De ese modo, jamás faltaron a las criaturas terrestres las directrices de seguridad y las luces del entendimiento que les facultasen generar criterios capaces de despertar los valores eternos que se encontraban adormecidos en el germen del ser.

De acuerdo con el nivel de conciencia de cada nivel de la evolución, así como de la dimensión del pensamiento, leyes rigurosas y orientaciones severasabrieron los espacios mentales del ser humano para comprender lentamente los objetivos existenciales y percibir su propia inmortalidad en cuyo océano de bendiciones se encuentra sumergido.

A medida que el perfeccionamiento moral se fue estableciendo, esos códigos de regencia de los destinos se fueron tornando amenos y más compatibles con los procesos naturales de la evolución.

Se salía del primitivismo de los instintos para la ética de las costumbres,atenuando la belicosidad salvaje, de forma que la cultura y la civilización se inscribían en los compartimentos emocionales y mentales, purificando el carácter  y el sentimiento, aunque en la actualidad aún se ostenten algunos remanentes de la brutalidad y de la sistemática vinculación con la violencia.

Conociendo como prevalecen las manifestaciones primarias sobre la naturaleza espiritual del ser en evolución, el Creador generoso facultó que los Genios del Bien y del Progreso insistentemente trabajasen las facultades de la razón y de la emoción humana, para poder asimilar el Mensaje incomparable del Maestro, dilatándole, al mismo tiempo, la capacidad de comunicación entre losdiferentes pueblos perdidos en el laberinto de sus complejos dialectos e idiomasque les dificultaban la aproximación y la transmisión de los conocimientos.

Lentamente se fueron ampliando los horizontes de la Humanidad a través de las guerras, único camino para aquellos patrones de comportamiento del pasado, en los cuales predominaban la fuerza y la dominación arbitraria.

Los burgos, aparentemente autosuficientes, se dieron cuenta entonces de la necesidad de que cada uno buscase la hegemonía sobre los demás, al tiempo en que se pudiesen fortalecer contra los enemigos comunes, ampliando de esa forma sus fortificaciones y pasando a invadirse recíprocamente unos a otros, estableciendo mecanismos de defensas para sobrevivir en los períodos de caos, relacionándose, así, entre ellos y adoptando lenguas que les facultasen laconvivencia.

Expandiéndose los territorios físicos del mundo terrestre, se fueron tornando conocidos, sus culturas y hábitos, incluso bajo los clamores de las lamentables guerras.

En ese momento, fue convocado a la reencarnación el Espíritu Alejandro Magno, de Macedonia, que nació en el año 356 a.C. con la misión de difundir elpensamiento y la lengua griega, habiendo sido discípulo de Aristóteles y admirador de Diógenes, de modo que los diferentes pueblos de la Eurasia pudiesen comprender el mensaje de Jesús, que sería divulgado por el Apóstol Pablo, también en ese idioma.

Poco después, reencarnándose el mismo Espíritu como hijo de Flavia Julia, el futuro Julio César iría a someter los diversos pueblos conocidos a una sola hegemonía, llevándoles el latín, para que al lado del griego, se tornase idioma universal bajo la inspiración de la Divinidad, con el mismo fin de expandir en el
futuro por todo el mundo el mensaje de la Buena Nueva.

Preparado el suelo de los corazones, Jesús vino a la Tierra, convirtiéndose en el divisor incomparable de la Historia.

Su propuesta de amor, rica de sabiduría, rompió las tinieblas densas de la ignorancia, abriendo claridades jamás alcanzadas antes para la construccióndel Evangelio, y fue así porque en el mundo conocido casi todo se encontrababajo el dominio de Roma, de donde partiría la Revelación que los ApóstolesPedro y Pablo deberían difundir.

Pablo, fascinado por las enseñanzas de Jesús, habiendo nacido en Tarso,(ciudad de Cilicia, que durante el Imperio Romano brilló por sus escuelas de Filosofía y retórica) donde aprendió el idioma de Atenas, mas sometida al yugo romano, estudió el latín y, descendiente de hebreos, hablaba el idioma de Israel,equipado, por tanto, para el ministerio impar de la diseminación del Reino portodas partes.

Posteriormente, después de la decadencia del Imperio Romano,Carlomagno fue llamado a la lid y volvió a reunir parte del mundo fragmentado,creando las condiciones sociológicas e históricas para el advenimiento del Espiritismo, que llegaría a la Tierra más de mil años después.
Las luchas se sucedieron en la estela de los tiempos y la Humanidad se devastó en continuas guerras, cuando Francia fue invadida por Inglaterra, que traía el peso de la cultura anglosajona y amenazaba la ancestral estructura latinadel país.

La Sabiduría Divina condujo entonces a la reencarnación a Juana de Arco, nacida, esta vez, en 1412, en la pequeñita Domremy, en Francia, para reunir  y conducir a nuevas victorias al desorganizado ejército francés, coronando al débil Carlos VII, en Reims y cayendo víctima de la intolerancia y pusilanimidadde sus coetáneos, dejó el país en equilibrio, de forma que, en el momentooportuno, se pudiese concretar la programación establecida para el futuro.

Cansada de los días del terror, con los códigos de los derechos humanos firmados y los ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad desplegados, la vieja Galia recibió a Napoleón Bonaparte, nacido en Ajacio, en Córcega, en el año 1769 para reunir los Estados europeos, para que Allan Kardec pudiese decodificar el pensamiento de Jesús y actualizar el conocimiento espiritual a la luz de las conquistas de la moderna ciencia, así como conducir la investigaciónde laboratorio a las causas que generan la vida, valiéndose entonces del idiomade la cultura y de la diplomacia para alcanzar enseguida la difusión de la Doctrina a las diferentes Naciones.

Instalados los postulados del Espiritismo en el acervo cultural de la Humanidad, a los hombres, en perfecta y lúcida comunión con los Espíritus, cabe la tarea de hacer resplandecer la Doctrina de Jesucristo, instaurando la Era de la Inmortalidad y triunfando sobre las convenciones vigentes y del materialismo predominante en las Academias y en la conducta de muchos que profesan el Espiritualismo ancestral en sus diversas vertientes.

La Omnisciencia Divina, que programó el Espíritu para la gloria solar, le propicia, desde los orígenes de la Creación, los recursos adecuados para su autorealización y el desenvolvimiento de los valores adormecidos en lo íntimo,alcanzando, escalón a escalón, los elevados niveles de la sublimación y de la plenitud.

“Nadie huye al destino que le está reservado, que es la conquista de la paz real y la victoria total sobre las pasiones”
Paso a paso, se va superando, incluso bajo las imposiciones del sufrimiento, cuando se niega a los nobles impositivos del amor, y elevándose,sin cesar, rumbo a la espiritualizació n.

La improvisación no forma parte de esas Leyes Soberanas, encontrándose delineados los objetivos existenciales y los recursos propios para que se torne factible el encuentro con las conciencias personal y divina.
Corresponde al ser humano el deber de invertir esfuerzo y sacrificio incesantes, trabajando la conquista de las luces del conocimiento y las bendiciones del sentimiento, para apresurar su propia felicidad.
Recordándose que Jesús dirige la nave terrestre y Dios administra el Universo, la marcha es inexorable rumbo a la Gran Luz que a todos nos baña desde ayer.

(Página psicografiada por el médium Divaldo Pereira Franco, en Hofheim,
Alemania, el 10 de mayo de 2001).

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Edgard Armond
SUEÑO Y SUEÑOS (Segunda parte )

Conforme, empero a su desarrollo espiritual, puede el espíritu así desdoblado viajar por varias regiones espirituales, verlas y comprenderlas, instruirse y penetrar acontecimientos pasados o futuros del sector de los llamados sueños simbólicos proféticos.

En ese mundo diferente, en el cual ingresamos diariamente, muchas cosas están a nuestra disposición, como auxilio a nuestro esfuerzo evolutivo: material de estudio, elementos de investigación, contactos reparadores, consejos e instrucciones de amigos desencarnados o no y de instructores espirituales.

La luminosidad, la nitidez, la claridad, la lógica y el colorido, he ahí las características inconfundibles de esos sueños reales, únicos verdaderos.

Lo que es necesario que tengamos durante esos sueños es una relativa conciencia de lo que sucede, y en eso solo podemos conseguirlo, normalmente, por medios de continuados ejercicios de autoeducación y disciplinamiento de la voluntad, los que deben ser hechos diariamente, ante de adormecernos, y con un previo entendimiento con los guías espirituales.

Pocos son los que al despertar recuerdan esa vida exquisita que vivieron durante el sueño. En general sólo nos recordamos del último sueño, lo que antecedió al despertar, y éste mismo es luego borrado de la memoria con la sucesión de los acontecimientos materiales inmediatos.

En el libro Los Mensajeros Espirituales, capítulo XXXVII, André Luiz, refiriéndose a los encuentros que se dan durante el sueño, dice: “Estas ocurrencias se dan todas las noches por millares en el círculo terrestre. En la mayoría de los hermanos encarnados el sueño apenas refleja perturbaciones fisiológicas o sentimentales a las que suelen entregarse; sin embargo, existe un gran número de personas que, con más o menos precisión, son aptas para desenvolver este intercambio espiritual”

Vivimos actualmente en la carne con la perdida de más de un tercio de nuestra vida consciente, la cual escapa a nuestro control por entre las brumas y el olvido del sueño.

El problema está, pues, en obtener de a poco ese dominio, viviendo conscientemente, tanto de día como de noche, en la vigilia como en el sueño, para que la luz de la verdad triunfe sobre las sombras de la muerte y para que la vida se manifieste en su realidad de cómo es: eterna.

Esta facultad de lucidez, tan bella y tan útil, abre al médium educado y consciente un mundo extraordinario de conocimientos y revelaciones espirituales. Transforman al hombre en un ser diferente, dado que le confieren el poder de vivir en dos mundos, incluso estando encarnado. Amplíanse para él ilimitados horizontes que abarcan mucho del Universo y le permitirán comprender muchas de las grandezas de la Creación Divina.

Mas es preciso educación y desenvolvimiento metódico y progresivo, lo que solo se tornará posible cuando el Espíritu esté en condiciones de mérito propio, cuando sea digno de poder merecer la preciosa colaboración indispensable de los asistentes espirituales competentes.
Muchos procedimientos son utilizados para ese desenvolvimiento, siendo las más comunes, para la videncia, por ejemplo, los del grupo de cristalovidencia, esto es la fijación de superficies lisas y brillantes como sean bolas de vidrio, botellas o copas conteniendo agua, espejos, lentes, objetos de metal pulido, fuentes de agua, borrones de tinta y la propia uña convenientemente pulida.

No habiendo mediumnidad-tarea, ningún procedimiento material o artificial dará resultado si, desde el punto de vista moral, o según las necesidades de su propia evolución, el individuo no fuere digno.

Las superficies brillantes provocan una auto-hipnotización que nada resuelve en definitivo, puesto que si los asistentes invisibles nada proyectan sobre tales superficies nada podrá ser visto; sin embrago, los guías acostumbran aconsejar a veces tales procedimientos con la intención de obligar al estudiante a realizar ejercicios de concentración, familiarizándose con la disciplina mental.

Acostumbran también actuar directamente sobre los médiums en desarrollo, aumentando sus vibraciones de la glándula pineal y proyectándoles durante el sueño o en el semi-sueño cuadros simbólicos en el campo de la visión. Se valen también del ambiente formado en las sesiones espíritas bien conducidas para producir tales fenómenos, por tener en esas ocasiones, a su disposición, cargas poderosas de fluidos apropiados a las formaciones ideoplásticas.

Mas, repito, para el desenvolvimiento de esas facultades la condición esencial es la reforma individual del médium con la purificación de sus pensamientos y actos, porque de eso dependerá la elevación de su vibración periespiritual a un nivel compatible con la producción de tales fenómenos, esto es, a nivel de las vibraciones del plano espiritual.


EDGARD ARMOND

Extraído del libro,”MEDIUMNIDAD”

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 ¿Dios hace milagros?



15. En cuanto a los milagros propiamente dichos, como nada es imposible para Dios, sin duda, puede hacerlos; pero ¿los ha hecho?, en otras palabras: ¿Deroga Dios las leyes que ha establecido? No corresponde al hombre prejuzgar los actos de Dios y subordinarlos a la debilidad de su entendimiento. Sin embargo, para abrir un juicio sobre las cosas divinas, tenemos los atributos de Dios. A su omnipotencia une su soberana sabiduría, de lo que deducimos que nada inútil hace.
¿Para qué haría milagros, entonces? Para dar testimonio de su poder, se podrá decir. Pero el poder de Dios se manifiesta de una manera mucho más espléndida por el conjunto grandioso de las obras de la Creación, por la sabiduría previsora que preside desde lo más ínfimo a lo más grande y por la armonía de las leyes que rigen al Universo que por algunas pequeñas y pueriles derogaciones posibles de imitar por los prestidigitadores. ¿Qué pensaríamos de un hábil mecánico que para probar sus conocimientos desmontara el reloj que ha hecho, toda una obra de arte, con el propósito de demostrar que puede deshacer lo que ha hecho? Por el contrario, ¿su saber no surge de la regularidad y precisión del funcionamiento?
Los milagros no competen directamente al Espiritismo, mas, apoyándose sobre el
razonamiento que dice que Dios nada hace inútilmente, emite la siguiente opinión: los milagros no son necesarios para la glorificación de Dios. Nada en el Universo se aparta de las leyes generales. Dios no hace milagros, porque al ser sus leyes perfectas, no precisa derogarlas. Si hay hechos que no comprendemos, es porque nos falta aún los conocimientos necesarios.
16. Suponiendo que Dios haya podido, por razones desconocidas por nosotros, derogar accidentalmente las leyes que Él mismo estableció, haría que esas leyes ya no fuesen inmutables, pero al menos la lógica está en admitir sólo en Él tales poderes. Pero resulta que se le resta su omnipotencia, al enseñar que el espíritu del mal puede deshacer la obra de Dios, haciendo prodigios capaces de seducir hasta a los elegidos, lo que implica la idea de un poder igual al de Dios. Si Satanás puede interrumpir, sin el permiso de Dios, el curso de las leyes naturales, que son la obra divina, entonces es más poderoso que Dios y, por tanto, Éste no es omnipotente. Si Dios le delega ese poder, como se pretende, para inducir más fácilmente a los hombres al mal, entonces no es soberanamente bueno. En ambos casos, se trata de la negación de uno de los atributos sin los cuales Dios no es Dios.
La iglesia diferencia los buenos milagros que provienen de Dios de los malos milagros atribuidos a Satanás. Pero, ¿cómo distinguirlos? Que un milagro sea declarado oficialmente o no como tal, no por eso deja de ser una derogación de las leyes de Dios: si un individuo es curado milagrosamente, ya sea por la intervención de Dios o del demonio, igualmente ha sido curado. Es preciso tener una idea muy pobre de la inteligencia humana como para esperar que tales doctrinas sean aceptadas en la actualidad.
Reconocida la posibilidad de ciertos hechos tenidos por milagrosos, se deduce por fuerza que, cualquiera que sea el origen que se les atribuya, son efectos naturales que pueden producir los espíritus o los encarnados, así como pueden servirse de su propia inteligencia y conocimientos científicos para el bien o para el mal, según su bondad o perversidad. Un ser lleno de maldad, aprovechando su saber, puede hacer cosas que pasen por prodigios a los ojos de los ignorantes. Pero cuando esos efectos son buenos no es lógico pensar que son producto de un ser diabólico.
17. Pero, se dirá, la religión se apoya sobre hechos que no se han explicado ni pueden explicarse. Inexplicados, puede ser; pero inexplicables, no lo creemos así. Sin hablar del milagro de la Creación, que es sin duda alguna el mayor de todos los milagros y que ha entrado en los dominios de la ley universal, ¿no vemos, acaso, reproducirse, bajo el imperio del magnetismo, del sonambulismo y del Espiritismo, los éxtasis, las apariciones, la visión a distancia, las curaciones instantáneas, el arrobamiento, las comunicaciones orales y de otras clases con los seres del mundo invisible, fenómenos conocidos desde tiempos inmemoriales, considerados antaño maravillosos y pertenecientes, según se sabe hoy, al orden de las cosas naturales, según la ley constitutiva de los seres? Los libros sagrado están llenos de hechos de este género calificados de sobrenaturales, pero como se encuentran hechos análogos y más maravillosos aún en las religiones paganas de la antigüedad, si la verdad de una religión dependiera del número y de la naturaleza de estos hechos, no se podría otorgar preeminencia a ninguna.
Lo sobrenatural y las religiones
18. Suponer que el fundamento imprescindible de toda religión es lo sobrenatural, que es la clave del edificio de la cristiandad, es sostener una tesis peligrosa. Si se considera que las verdades cristianas sólo se basan en lo maravilloso, se le otorga un cimiento demasiado precario que se va desgastando a diario. Esta tesis, sostenida por eminentes teólogos que se han erigido en sus defensores, lleva a pensar que en un determinado momento ya no habrá religión alguna, incluso la cristiana, si lo que era considerado sobrenatural se nos mostrase como natural. Por más argumentos que se aduzcan, no se logrará mantener la creencia de que un hecho es milagroso, cuando se ha probado que no lo es. Pues bien, cuando un hecho puede ser explicado por las leyes naturales y ser reproducido por la intervención de un individuo cualquiera deja las leyes de la Naturaleza. Las religiones no precisan de lo sobrenatural, sino del principio espiritual, que sucede confundirse con lo maravilloso y sin el cual no hay religión posible.
El Espiritismo considera a la religión cristiana desde un punto de vista más elevado. Le da una base más sólida que los milagros: las leyes inmutables de Dios, que rigen tanto al principio espiritual como al material. Esta base desafía al tiempo y a la ciencia y ambos vendrán a sancionarla.
Dios no es menos digno de nuestra admiración, de nuestro reconocimiento y respeto por no haber derogado sus leyes, que son perfectas, sobre todo, por su inmutabilidad. No es necesario lo sobrenatural para tributar a Dios el culto que es debido. ¿Acaso no es la Naturaleza lo suficientemente imponente por sí misma como para necesitar agregarle aditamentos y probar el poder supremo? Si la religión fuese sancionada por la razón, habría muchísimos menos incrédulos. El cristianismo nada podría perder con esa sanción, pero sí ganar mucho. Si hubo algo que le perjudicó frente a la opinión de ciertas personas, fue precisamente por el abuso en recurrir a lo sobrenatural.
19. Si se toma la palabra milagro en su acepción etimológica, cosa admirable, entonces los milagros nos rodean: los aspiramos en el aire y los tocamos al caminar, puesto que todo es milagro en la Naturaleza.
¿Se quiere dar al pueblo, a los ignorantes y a los pobres de espíritu una idea del poder de Dios? Mostradles ese poder en la sabiduría infinita que todo lo preside en la admirable organización de lo que vive, en la fructificación de las plantas, en la adecuación de todas las partes de cada ser a sus necesidades, de acuerdo al medio en que vive. Mostradles la acción de Dios en la brizna de hierba, en la flor que se abre, en el Sol que da vida. Mostradles su bondad en su solicitud hacia todas las criaturas, por ínfimas que sean; su previsión en la razón de ser de cada cosa, entre las que ninguna es inútil; el bien que siempre sirve de epílogo al mal aparente y momentáneo. Hacedles comprender que el verdadero mal siempre es obra del hombre y no de Dios. No tratéis de aterrorizar pintándoles el cuadro de las llamas eternas, en las cuales no creerán, y que los llevarán a descreer de la bondad divina. Mas, dadles ánimo con la certidumbre de poder redimirse un día y de reparar el mal que hayan cometido. Mostradles los descubrimientos de la ciencia como revelación de las leyes divinas y no como obra de Satanás. Enseñadles a leer el libro de la Naturaleza, siempre abierto ante sus ojos, en ese libro inagotable en donde la bondad y sabiduría del Creador están inscritas en cada página. Entonces comprenderán que un Ser tan grande, que se ocupa de todo, que todo lo vigila, que todo lo prevé, debe ser omnipotente. El campesino lo verá en el surco que abre en la tierra y el infortunado lo bendecirá en sus aflicciones, ya que podrá decir: si soy desgraciado, es por mi culpa. Sólo entonces serán los hombres auténticamente religiosos, racionalmente religiosos, en una medida mucho mayor que cuando creían en las piedras que sudan sangre y en las estatuas que pestañean y vierten lágrimas.


Cap XIII "El génesis" Allan Kardec

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