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viernes, 29 de agosto de 2014

Médiums perfectos

                                                         

¿Cuál es el médium que podríamos llamar perfecto?
¡Perfecto! ¡Ah! Vosotros sabéis que la perfección no está sobre la Tierra; de otro modo no estarías en ella; di, pues, medium bueno, y esto será ya mucho, porque son raros. El médium perfecto sería aquel a quien los malos Espíritus no se hubieran atrevido jamás a hacer una tentativa para engañarle; el mejor es aquel que, no simpatizando, sino con buenos Espíritus, ha sido engañado menos veces.

10. ¿Si solo simpatiza con buenos Espíritus, cómo éstos pueden permitir que sea engañado?
Los buenos Espíritus lo permiten algunas veces con los mejores médiums para ejercitar su juicio y enseñarles a discerner lo verdadero de lo falso; además, que por bueno que sea un medium nunca es tan perfecto que no pueda dar lugar a ser atacado por algún flanco débil; esto debe servirle de lección. Las falsas comunicaciones que recibe de vez en cuando son advertencies para que no se crea infalible y no se enorgullezca, porque el médium que obtiene las cosas más notables no puede envanecerse por ello, pues le sucede como al que toca el organillo, que produce muy buenos aires dando vueltas al manubrio de su instrumento.

11. ¿Cuáles son las condiciones necesarias para que la palabra de los Espíritus superiores nos llegue pura de toda alteración?

Querer el bien, desterrar el egoísmo y el orgullo, lo uno y lo otro es necesario.

12. Si la palabra de los Espíritus superiores no llega a nosotros pura, sino con las condiciones que con dificultad se encuentran ¿no es esto un obstáculo para la propagación de la verdad?

No, porque la luz llega siempre para aquel que quiere recibirla. El que quiere ver claro debe huir de las tinieblas y las tinieblas están en la impureza del corazón. Los Espíritus que vosotros miráis como la personificación de bien no se presentan de buena gana al llamamiento de aquellos cuyo corazón está manchado por el orgullo, la ambición y la falta de caridad.

Aquellos, pues, que quieren ver claro que se despojen de toda vanidad humana y humillen su razón ante el poder infinito del Creador; esta será la mejor prueba de su sinceridad, y esta condición cada uno puede llenarla.j


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Estudian la biblia, pero no estudian su veracidad, no estudian ni quieren profundizar que paso después de la muerte de Jesús, y la manipulación Romana que borro, quito, elimino, más de 900 textos originales de la biblia por conveniencias políticas religiosas, los pastores y líderes religiosos de hoy son CIEGOS que no quieren abrir sus ojos, unos por conveniencias ECONOMICAS y otros por estar cómodos en la ignorancia y los últimos por parálisis de discernimiento espiritual, ciegos que se niegan a abrir sus ojos y su cerebro a una investigación seria sobre el Espiritismo
- Pensamiento aportado por Erik Campe-

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POR QUÉ, SER ESPÍRITA

El otro día un hermano hizo esta pregunta, y quedó dando vueltas en mi mente una y otra vez. En la meditación matutina del 28/1/2010 recibí esta comunicación.
Es el espiritismo una doctrina clara y sencilla. Su propósito principal es ayudar al hombre a ser mejor ser humano, y practicar la doctrina es cultivar el amor entre todos los hermanos como nos enseño Jesús.
El deber de un espirita es conocerse bien a si mismo, con sus virtudes y sus defectos para poder así, trabajar en su mejoramiento, trabajar de forma consciente para mejorar sus imperfecciones.
Para lograrlo solo es necesario dedicar todos los días un rato a la meditación y al auto análisis. A través del espiritismo, si lo practicamos sinceramente, seremos mejores hijos, hermanos, padres, esposos y amigos, seremos mejores seres humanos.
El espiritismo nos enseña que somos espíritus inmortales, que no debemos temer a la muerte, pues el espíritu sobrevive a este momento, que no es más que un tránsito hacia la vida espiritual. Que la vida espiritual es la verdadera vida del espíritu, y que en ella continuamos aprendiendo y acumulando experiencias que nos hacen mejores.
    Que luego reencarnamos y ponemos en práctica lo aprendido, y en este ciclo vamos convirtiéndonos en espíritus cada vez mejores y acercándonos paso a paso a la luz Divina, al Ser creador de todo el PROFUNDO universo, a esa energía que llamamos Dios.
      Y la doctrina nos enseña que este ciclo es un camino hacia el progreso, pues Dios ha creado el universo regido por leyes naturales y el progreso es una de ellas.
      Y la doctrina nos enseña también una verdad sencilla e infalible, cuya comprensión nos va a ayudar a comprender nuestras circunstancias y como podemos cambiarlas; esta verdad es la ley de afinidad, atraemos a nuestras vidas circunstancias, personas y espíritus afines a nuestros pensamientos.
     Es decir, que la calidad de nuestro pensamiento determina la calidad de la energía que vibra a nuestro alrededor y con ello, lo que atraemos. De ahí la importancia de nuestra elevación moral.
    Somos los artífices de nuestra vida, tenemos libre albedrío para practicar el bien o apartarnos de él; para esforzarnos cada día en ser mejores y comprender que con amor, paciencia, tolerancia, bondad, construimos un futuro mejor para nosotros mismos y para aquellos que nos rodean.
     Y la Doctrina Espírita es mucho más, es la justicia de la ley de causa y efecto, que nos enseña que cada acción nuestra tiene un resultado, una consecuencia acorde con la misma, y esta consecuencia vendrá a nosotros indefectiblemente, ya sea en esta vida o en una vida futura. Y esta ley explica las desigualdades que tanto nos acongojan; y es también una luz que nos inspira a cultivar el bien.
     Hay mucho mas para descubrir en la doctrina espírita, pero estas sencillas razones que hemos expuesto, bastan por si solas para decir: "Yo quiero ser Espírita"
 Psicografiado 28 de enero 2010
 Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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HONRANDO A TU PADRE Y A TU MADRE

El tiempo es un reloj imperturbable, y los desaciertos de la humanidad no han  conseguido aún, atrasarle un minuto, ni adelantarle un segundo; así pues, el Espiritismo, manifestación de la vida espiritual y tan antiguo como el Universo, ha aparecido, y ha reaparecido en la Tierra, adaptándose a los grados de civilización que ha encontrado en este pequeño globo, según el adelanto de sus humanidades.
 Alan Kardec nos dice  que los espiritistas no deben jamás olvidar el cuarto mandamiento del decálogo. El mandamiento “Honrar a tu padre y a tu madre” es una consecuencia de una ley general de caridad y de amor al prójimo, porque no se puede amar al prójimo sin amar a su padre y a su madre, pero la palabra honrar encierra un deber más respecto a ellos: el de la piedad filial.
Dios ha querido manifestar con esto que al amor es preciso añadir el respeto, las consideraciones, la sumisión y la condescendencia, lo que implica la obligación de cumplir respecto a ellas de una manera aún más rigurosa todo lo que la caridad manda con respecto al prójimo.
Este deber se extiende naturalmente a las personas que están en lugar de padres, y que por ello tienen tanto o más mérito cuanto menos obligatoria es su abnegación. Dios castiga siempre de un modo riguroso toda violación de este mandamiento.
“Honrar a tu padre y a tu madre” no es solo respetarle, es también asistirle en sus necesidades, procurarles el descanso en su vejez; rodearles de solicitud como lo han hecho con nosotros en nuestra infancia.
Sobre todo con respecto a los padres sin recursos es como se demuestra la verdadera piedad filial.
¿Cumplen acaso este mandamiento aquellos que hacen un gran esfuerzo dándoles lo justo para que no se mueran de hambre, cuando ellos no se privan de nada?
¿Relegándolos en la peor habitación de la casa, para no dejarlos en la calle, cuando ellos reservan para sí la mejor y la más cómoda?. Gracias aún si no lo hacen de mal agrado y no les obligan comprar el tiempo que les queda, cargándoles con las fatigas domésticas. ¿Está bien que los padres viejos y débiles sean los servidores de los hijos jóvenes y fuertes?
¿Acaso su madre les regateó su leche cuando estaban en la cuna? ¿Ha escaseado sus vigilias cuando estaban enfermos, y sus pasos para procurarles aquello que les faltaba?
¡No!; no es sólo lo estrictamente necesario lo que los hijos deben a sus padres, deben también darles las pequeñas dulzuras de lo superfluo, los agasajos, los cuidados exquisitos, que solo son el interés de lo que ellos han recibido, el pago de una deuda sagrada. Esta es la verdadera piedad filial aceptada por Dios.
Desgraciado pues, aquel que olvida lo que debe a los que le han sostenido en su debilidad, a los que con la vida material le dieron la vida moral, a los que muchas veces se impusieron duras privaciones para asegurar su bienestar; desgraciado el ingrato, porque será castigado con la ingratitud y el abandono; será herido en sus más caros afectos, algunas veces desde la vida presente, y más ciertamente en otra existencia en la que sufrirá lo que ha hecho sufrir a otros.
Es verdad que ciertos padres olvidan sus deberes, y no son para sus hijos lo que deben ser, pero a Dios corresponde castigarlos y no a sus hijos; éstos no deben reprocharles, porque ellos mismos han merecido que así sucediera. Si la caridad eleva a ley el devolver bien por mal, ser indulgente con las imperfecciones de los demás, no maldecir a su prójimo, olvidar y perdonar los agravios, y hasta amar a los enemigos, ¡Cuanto mayor es esta obligación con respecto a los padres! Los hijos, pues, deben tomar por regla la conducta para con estos últimos de todos los preceptos de Jesús concernientes al prójimo, y decir que si todo proceder es vituperable con los extraños lo es más con los allegados, y lo que sólo puede ser una falta en el primer caso, puede llegar a ser un crimen en el segundo, porque entonces a la falta de caridad se agrega la ingratitud.
ALLAN KARDEC, demuestra claramente en sus juiciosas consideraciones lo que la lógica evidencia también; y es, que los espiritistas creyendo como creemos que los espíritus vuelven repetidas veces a la Tierra, tratamos de querer y considerar a todos los seres que nos rodean, porque ¡Quién sabe los lazos que a ellos nos unen! ¿Y había de cesar este cariño, esta consideración y este respeto con los seres que más nos han querido y a  quien más beneficios hemos debido? Porque sabemos que una existencia por penosa que sea nos es provechosa, puesto que es necesario al Espíritu trabajar y luchar en sucesivas encarnaciones para ir ascendiendo en la escala del progreso universal.
Muchos seres desgraciados, en un momento de desesperación, dicen con profunda amargura: ¡Más me hubiera no haber nacido! Aunque mi padre no me hubiera dado la vida no me hacía falta ninguna. Pues bien; esta queja, este doloroso reproche nunca lo pronuncia el verdadero espiritista; porque sabe que si vino al mundo, en un palacio, en una cárcel o en un hospital, no fue su padre el que le obligó a nacer en este o en aquel lugar, sino que fue él, el que pidió a su padre que le dejase pagar una deuda o cumplir una misión en este triste Planeta.

- Merchita-