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miércoles, 30 de abril de 2014

Amar es servir

 
                                                               AMAR ES SERVIR
                       

Expresiva la decisión de Jesús, lavando los pies a los discípulos.
Recordemos que el Señor no les lavó la cabeza que piensa, ve y oye, traduciendo el sentimiento con los dones divinos de la reflexión y con las facultades superiores de la palabra, ni les lava las manos que tienen la excelencia de los recursos tactiles para glorificación del trabajo y el cambio de lenguaje de los gestos, que revisten afectividad y consuelo.
Les lavó simplemente los pies, base de sustentación del cuerpo de la criatura física que entra en contacto con el barro y el polvo de la Tierra, padeciendo espinas y charcos. Él les purificó así, semejantes apéndices necesarios para la vida humana, sin reproche y sin queja.
Recordemos la enseñanza sublime y lavemos los pies unos a otros, con la bendición de la humildad, en el silencio del amor puro que todo comprende, todo soporta, todo santifica y todo cree, por cuanto solo tolerando y comprendiendo la suciedad y el polvo que todavía hay en los caminos ajenos y que redimiremos en el nuestro, abrazando la verdadera paz

Espírito: EMMANUEL
Médium: Francisco Cândido Xavier
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                  Fe y cuestionamiento

El tiempo, este caminante de la convención humana, que marca los hechos, con inexorable secuencia, determina que los conocimientos estén en constante avance, donde paulatinamente, vamos desmenuzando las ignorancias milenarias, rumbo a la conciencia universal.
Entretanto, teologías de diversas religiones dogmáticas, insisten en continuar aparcadas. Cuando leemos los discursos de los que dicen sembrar "la palabra de Dios" se comprueban que están detenidos en el tiempo.
Por esta actitud, la Doctrina Espirita está sujeta a constantes amonestaciones, que parten de estas agremiaciones exclusivistas y sectarias.
¿Qué llevan a estas religiones, a adoptar estos procedimientos estancadores del conocimiento, el cual es dinámico?
Buscamos en el ilustre pensador J.Herculano Pires, ayuda para esclarecer de, cómo y porqué el oscurantismo aún consigue florecer.
Antes, observamos que estas posiciones, enraizadas en un pasado distante e irreducible, floreadas de dogmas indiscutibles; se tornan de fácil comprensión, cuando se cambia el raciocinio lógico y el buen sentido, por la mistificación.
Esto hace que todo sea considerado como sagrado y lo ‘‘sagrado’’ es incuestionable, y por esto se llega a un punto de fe, pasando a ser la Fe, una bandera para la salvación.
Esta ánsias de salvación, por el terror a la muerte, se torna en el motivo final, para aceptar los dogmas de fe, quedando todos arrodillados, porque de lo contrario, esto llevaría a los fieles al campo prohibido del cuestionamiento, acto considerado absurdo, al igual que dudar del propio Dios o de las verdades incuestionables. Lo que traería como consecuencia, una morada definitiva en el lugar de horror y sufrimiento interminable, que es el infierno eterno.
Demostrar la dinámica de esta fe, que se recusa en provocar análisis profundo de sus creencias, de comprobada incoherencia e ilógica. Como prueba evidente de estos absurdos claustros mentales, se hace necesario aquellos que se sienten libres para ejercer el dominio sobre sus potencialidades.
Cualquier ciudadano común que se identifique religioso, en lo íntimo admite la existencia de una vida espiritual posterior a la muerte física. Algunos no poseen esta convicción en profundidad y admiten tener miedo a la muerte, en consecuencia de la poca religiosidad.
Otros se inclinan hacia ninguna fe. Una masa mórbida permanece de ojos bajos y "temeroso a Dios y al inminente castigo”, quizás esté aquí la base de la conversión de algunos presidiarios.
Todo esto es fruto, del poco conocimiento que tienen las religiones, sobre la realidad del espíritu, y esto lleva a la equivocación, al religioso vacilante, generando mistificaciones grotescas.

La Incredulidad Religiosa
Contraria a la creencia en el “pos-mortem” y sus consecuencias venideras, es motivación principal de las religiones, la creencia en la inactividad total por la ‘‘no sobre vivencia del espíritu’’ como individualidad, que cierto segmento religioso enseña, significando la victoria del pensamiento nihilista sobre la fe.

Es el famoso; - “¡Murió, se acabó!”
Esta creencia más propia del materialista ateo y del escéptico, cultivada en el interior del cristianismo, se fundamenta en algunos trechos transparentes de la Biblia, que los sienten a su favor, inclusive, por cuenta de este futuro nada espiritual, predican que los impíos, después del juicio final, serán aniquilados. Con el fin de ver se libres, de una vez por todas del infierno, con inexistencia total para estos condenados, además de la inconsciencia del espíritu pós-mortem, que es admitida por otros.
Por cuenta de esta eliminación de substancia y esencia, nos esclarece el filósofo J. Herculano Pires, en su obra "Agonía de las Religiones": "El materialismo murió por falta de materia, como afirmó Einstein, y las religiones agonizan, como podremos ver, por falta de espíritu", nada mas absurdo que una religión enseñando misterios y magias aunque no admitan, esto.
Recordamos del mito de la creación de Adán y Eva y de la creencia en sacrificios propiciatorios, en época de tantas informaciones en los escaparates del conocimiento.
Sospechando de esta herencia de misterios, en las creencias dogmáticas del hombre, nos esclarece aun el profesor J. Herculano Pires, que:
"...sus raíces se entrelazan en el suelo de las herencias atávicas, ambos tiene la misma procedencia remota, derivan de las fórmulas mágicas y pasaran por los mismos procesos de elaboración mística en las coordenadas del tiempo y del psiquismo en desenvolvimiento. " Se justifica este comportamiento simplón de cierta forma hasta irresponsable, cuando se constata que "...fundan su eficacia en la fe ingenua que brota del sentimiento religioso intuitivo (o instinto espiritual) y requieren posturas corporales específicas y elementos materiales como vehículos de la gracia celeste.
"Uno de estos elementos puede ser visto en la exigencia del bautismo, motivo de muchas disensiones entre estas iglesias, que el autor acredita al apego a las tradiciones por ‘‘acomodación’’.
El estudio de la inmortalidad, pese a la existencia de la continuidad de vivir del espíritu, debe pasar por estas observaciones, ya que innumerables corrientes religiosas abogan por lo contrario, y paradójicamente aun se utiliza para dar combate a la Doctrina Espirita, exponente mayor de la vida después de la vida.
Es un comportamiento comprensible, según la visión de J. Herculano Pires, si verificarnos que el hombre civilizado tiene sus raíces profundas y vigorosas en la jungla, aunque no quieran los religiosos dogmáticos, aceptar el decir del enfoque del profesor, sobre que este homo brutales, tenía sus leyes: subyugar, humillar, torturar, matar.
Ahora, estas religiones poseen características de herencias atávicas además del desprecio por la evidencia de la inmortalidad del alma. Tanto estos salvajes con sus valores y de acuerdo con las filosofías, nihilistas y las exclusivistas, quieren que su creencia sea "la única válida", que su modo de ver el mundo y los hombres sea el "único cierto", y que su dios es el "único verdadero", y que así siendo bueno para ellas, también lo es para la comunidad, pero, los opuestos, deben de ser eliminados.
El profesor nos esclarece en cuanto a estas posturas como consecuencia de esta fe: "Las religiones de la violencia hicieron de Dios una divinidad implacable y los libros básicos de sus revelaciones están llenos de homicidios y genocidios en nombre de Dios"
Aunque tenga el hombre, este sentimiento religioso motivado por el anhelo existencial, no se educó para la muerte, este espíritu de dominación tribal, fue en busca de un mayor ejército, en nombre del proselitismo, aliando el hacer existencial a una seudo trascendencia.

Los Nuevos Conocimientos
De todas las formas de conocimientos existentes, pesan contra estas retrógradas corrientes de pensamiento, las pesquisas que en el área de la parapsicología y psiquiatría, del descubrimiento del cuerpo de plasma y de la memoria extracerebral.
Estas dos grandes contribuciones de la ciencia al conocimiento humano, además de corroborar las tesis espiritas, viene a fertilizar el pensamiento del hombre con relación a su aparente finitud material ampliando la perspectiva espiritual.
Con esto, entramos en la Era del Espíritu, lo que permitirá corregir los engaños de las religiones cristianas tradicionales, pues "su herencia no es el pecado ni la muerte, pero si la vida en una nueva dimensión".
Entretanto, estas mismas iglesias sufren de una alergia al futuro, como dice J. Herculano citando una pesquisa hecha en el instituto de Altos Estudios de Paris, por el profesor Remy Chauvin, que constató la existencia en el campo científico de la "alergia al futuro", un síntoma que las tornan víctimas del "rechazo preliminar", sin examen, de toda novedad, también sustentada por cientistas categorizados ― y verificamos de manera perfecta encajarse en estas esferas de clausura espiritual.
Comentando cuanto a ser "la mentira" uno de los puntos básicos de la crisis de las religiones, esta seria, sin embargo, apenas uno de los motivos, pues, lo fundamental reside en los ‘‘engaños’’ decurrentes de falta de comprensión de los problemas esenciales del hombre, lo que justifica encontrarnos personas cultas, honestas, creyendo piamente, en las mas absurdas cosas, por aceptar los dogmas infalibles y sus interpretaciones “evangélicas ortodoxas”.
Ante todos estos agresivos aparatos ideológicos para la exterminación de la manifestación del espíritu eterno, verificamos que algo está muriendo en ciertas religiones y que el hombre, abandonado en el horizonte de las posibilidades eternas, se lanza en la herencia del pasado del homo brutalis, persiguiéndose a si mismo, pues es un espíritu, renunciando a su ascensión definitiva por encima del mundo de dolores, para aferrarse a los dogmas que le esposan a las verdades eternas,
Y nos dice Herculano, "Las medidas enérgicas de Paulo se transformaron en represivas, judaizando el cristianismo",y presenciamos hasta hoy, el peyorativo comercio simoníaco siendo cultivado por la ignorancia vigiada advenida del miedo de la condenación eterna.
¿Como explicaríamos tantos cultos ligados a los beneficios materiales?. Esta proliferación de creencias interdictadas a la razón, sofoca las defensas naturales del alma, soterrándola de gritos selváticos espurios por ilógicos, confirmando la asertiva del profesor de que la creencia "es un acto emotivo y sin la presencia de la razón, es una fe emocional, pues sugestionada, que conduce el elemento inmaduro a las barbaries, construyendo asesinos al servicio de Dios", es lo que nos ha mostrado la historia.
Contra todos estos maleficios espantosos que notamos, conviene recordar en la actualidad, las palabras del renovador universal, Allan Kardec, colocadas en otras palabras, por el profesor, que "solo la razón, formada en experiencias objetivas y en principios lógicos nos puede dar la fe verdadera, lo que nos permite decir, como Denis Bladle: ― Yo no creo, Yo lo se".
Hechas estas debidas consideraciones en cuanto a los rumbos del pensamiento equivocado, de las dogmáticas escuelas de la fe, es necesario entender que hubo distanciamiento de algunos conocimientos, durante el espacio-tiempo recorrido, que, carcomidos por las eras, van a exigir a estas escuelas del alma, nuevos re-aparejamientos de su arsenal filosófico, pues "los hombres empiezan a descubrir que poseen mucho más, de lo que las iglesias les pueden dar."
Wymac Uorres
Traducido por Cassio
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¿ QUÉ APARIENCIA TIENEN LOS ESPÍRITUS ?


     ¿Usted pensó como es la apariencia de los espíritus después de la muerte?

¿Tendrá la apariencia de un fantasma?¿Será como una nube de humo? ¿O será que se presentan como una sombra?Ni una cosa, ni otra. Los Espíritus mantienen la apariencia que tenían cuando estaban encarnados en el cuerpo físico.
Ya tuvimos noticias de varios casos de apariciones de Espíritus en todo el Mundo. Y, en todos los casos, que se tornaron celebres, las personas que tuvieron visiones afirman que el Espíritu tenía un cuerpo.
Pueden tener una luminosidad diferente, más la apariencia es la de un ser humano.
Uno de los casos bien conocido de todos nosotros es el encuentro de Jesús con  los Espíritus de Moisés y Elías.
Delante de Jesús y de los Apóstoles Pedro y Tiago y Juan, esos dos Espíritus se tornaron visibles  y con la misma apariencia que cuando su cuerpo era de carne.
Otro ejemplo es el de el propio Cristo. Después de crucificado, El surge  entre los apóstoles y convive con ellos por algún tiempo.
Su apariencia era la misma de antes, hasta tal punto que todos Lo reconocieron.
Así, podemos eliminar de nuestras mentes esas ideas distorsionadas de que los Espíritus tienen diversas formas  a la que tenían cuando estaban encarnados-.
¿Más, si es verdad que el cuerpo físico queda en el túmulo, que cuerpo es ese que mantiene la misma forma?
La verdad es que nosotros estamos formados por tres elementos: Espíritu, el cuerpo físico, y el periespiritu.
El periespiritu es el que Pablo, Apóstol, llamaba el cuerpo espiritual.
Es formado de materia sutil, imperceptible a los ojos comunes, más visible a los que tienen la  facultad mediúmnica llamada videncia.
Y no es solo la apariencia exterior  la que conservamos después de la desencarnación. Mantenemos también todas las condiciones psíquicas que teníamos en la víspera.
Nada da saltos en la Naturaleza.  Y con  el Espíritu no podría ser diferente.
Saliendo del cuerpo físico sin salir de la vida, la criatura busca sus intereses, en el otro plano, y sigue viviendo de la misma forma que vivió hasta el túmulo.
Si así es, todos los esfuerzos que emprendemos para perfeccionarnos intelectual y moralmente, aun hoy, no serán en vano.

 El Periespiritu es conocido desde la más remota Antigüedad.
Pitágoras lo dominaba carne sutil del alma.
Aristoteles lo llamaba cuerpo sutil y etéreo.
Orígenes  lo identificaba como aura.
Paracelso, en el siglo 16, lo detectó bajo la designación de cuerpo astral.
Como podemos percibir, ese cuerpo, con el que se muestran los Espíritus, ya era muy bien conocido, sin embargo con denominaciones diferentes.
Allan Kardec, al codificar la Doctrina Espirita lo llamo periespiritu.
Redacción de Momento Espirita.

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