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jueves, 27 de febrero de 2014

Cuidar el cuerpo y el espíritu



La vida en el cuerpo se presenta bajo variados aspectos, que constituyen su realidad existencial. Sin embargo, no siempre esa realidad significa el legitimo vivir, el expresarse con seguridad, el disfrutar plenamente la oportunidad y avanzar jubilosamente, sin remordimientos que resultan del pasado, ni ansiedades que marcan las ambiciones del futuro.
Una existencia feliz no es, necesariamente, aquella que es breve o larga, sino
aquella que se transforma en mensaje de alegría y bienestar para la propia persona, así como para todos aquellos que la rodean. Cada existencia es un mensaje, cuyo contenido debe ser positivo, de forma que dignifique a otras, enriqueciéndolas de esperanzas. La enfermedad, los problemas, no son aspectos de infelicidad, sino convites del organismo y de la vida, para decir que es necesario estar lucido y consciente. Por eso mismo, la muerte no es un fracaso de la vida, sino una nueva admirable experiencia.
El ser sicológicamente maduro sabe discernir cuales son los valores auténticos, para su realización y aquellos que apenas se presentan como indumentaria transitoria para el elenco de los movimientos existenciales.
El desarrollo del ser en cada aspecto, es lento, pasando de una fase a otra, sin marcas inquietantes de in saciedad, de manera que en el próximo estadio se viva con las manifestaciones del anterior, de aquel que ya deberá estar superado y consolidado en los cimientos de la individualidad.
Sin embargo, cada individuo alcanza la plataforma de la madurez por medio de diversas experiencias. Unos consiguen crecer bajo el estimulo de los ideales y de las aspiraciones que guardan interiormente; otros lo hacen bajo la inspiración de la belleza, que se exterioriza en las artes, en la literatura, en la cultura general; muchos son atraídos por la tecnología y los diferentes recursos de las modernas conquistas; innumerables son conducidos por el amor, por la necesidad de fraternidad que cultivan con acrecentado cariño; entretanto, la gran mayoría, es impulsada por el sufrimiento, ultima alternativa para el desarrollo de los recursos internos que dormitan en su íntimo.
No obstante, no hay nadie que este impedido para desarrollar su ser superior, oprimido momentáneamente por los peligrosos adversarios de sí mismo, que son el primitivismo, la ignorancia, el egoísmo y todo su sequito sórdido.
El ser humano sigue un destino grandioso: la auto realización total, bajo la atracción del Pensamiento Divino que todo lo invade y domina. Su origen trascendental lo lleva ineludiblemente a su Casualidad Superior. No obstante, en cuanto no se da cuenta de ese obstinado destino, transita en un círculo de estrecho ámbito emocional, sin que la fuerza de atracción de la Vida le produzca cualquier influencia.
Son valiosos todos los aspectos diferentes de la vida, durante la existencia física que deben ser experimentados de forma total.
La vejez se tornó antológica en el ser, este  la considera como decadencia, amargura, soledad, dolencia y muerte, es la visión de la inmadurez psicológica. Para el ser, vivir es abrigar sueños permanentemente juveniles, sensaciones embrutecedoras y de efecto rápido, pasando de una hacia otra entre insatisfacciones y conflictos íntimos.
La juventud, dígase con claridad no es solamente un estado biológico, atinente a determinada faja estaría. Sino también todo el periodo en que se puede amar y sentir, esperar y vivir, construir y experimentar necesidades nuevas y edificantes.
El periodo juvenil, limitado entre la infancia y la edad de la razón, es de mucha significación para el desarrollo real del individuo, porque abre los espacios existenciales para el aprendizaje, fijación de los conocimientos, ansiedades de conquistas y realizaciones, en un calidoscopio fascinante. Es también, el periodo de la inmadurez, del desperdicio de oportunidades, porque todo parece tan distante y abundante, que los perjuicios de tiempo y producción no tienen un significado profundo, dando nacimiento a futuros conflictos que necesitan ser vencidos.
Sin embargo, es joven todo aquel que aspira a los ideales de ennoblecimiento humano, no importando el periodo existencial por el cual esté transitando.
Manteniendo la capacidad de realizar y realizarse, de producir y multiplicar, de renovar y renovarse, disfruta del largo plazo de la juventud real.
La vejez se presenta cuando el individuo se considera inútil, cuando experimenta el desprestigio de la sociedad de preconceptos, que elaboró juicios de vida en patrones torpemente materialistas, hedonistas.
La ciencia médica está comprobando a cada instante que los periodos de la vida son ricos en oportunidades para aprender, para crecer y desarrollar la capacidad de la fijación de los valores humanos. Los conceptos ortodoxos  de los límites para el inicio de la vejez, cuando surgen las señales de decadencia orgánica, están totalmente, están totalmente superados.
En ese contexto, la mente es un factor importante que genera energías incesantes, en uno y otro sentido, de forma positiva o destructiva y en cuanto se puede pensar con autoestima y confianza, los límites impuestos por la edad desaparecen, para facilitar la continuación de la existencia enriquecedora. Así también, cuando el joven se deja abatir y pasa a pensar destructivamente, se encarcela en las mazmorras de la decadencia psicológica y se degrada.
El cerebro, que antes era poco identificado en sus incomparables producciones, como la mayor glándula del cuerpo humano, hoy es conocido como un extraordinario y nada común  conjunto armónico  de setenta y cinco a cien billones de neuronas en circuito especializado y complejo, como la más notable computadora que la mente aun no puede concebir. Sus encimas, cerebrinas, globulinas y otras secreciones comandan las reacciones de todo el cuerpo, trabajando por la vida física y psíquica. Sin embargo, esa mente  no es el fruto de la propia elaboración, procediendo de una fuente  generadora que lo antecede y sucede al proceso del conjunto natural. Pesando en promedio, un kilo y trescientos gramos, absorbe oxigeno en cantidad importante, es decir, el veinte por ciento de todo aquel que necesita el cuerpo total.
  Cuando ocurre la muerte de cada célula nerviosa y la mente trabaja, investiga y se esfuerza para mantener los equipos en orden, se amplia, transformando sus extremidades en árboles (deméritas), que facilitan el flujo de las informaciones, sin ninguna solución de continuidad, produciendo las maravillosas sinapsis (contactos) electroquímicas, que mantienen todo el equilibrio de él mismo y del organismo en general.
A semejanza de los músculos que, al no ser activados por el ejercicio, tienden a la fragilidad, a la flacidez, cuando no es movilizado por las energías mentales renovadoras, pierde las posibilidades de producción, porque, al morir células nerviosas, las restantes, sin nuevos estímulos no se amplían , fallando en la transmisión de mensajes que les cabe registrar, encaminar y responder.
Durante milenios permaneció casi desconsiderado por la Ciencia, habiendo sido estudiado y descubierto, prácticamente por Gall, médico y anatomista, padre de la Frenología, como Lamark lo fue del transformismo. Hasta  entonces, los conceptos se dividían entre los filósofos, los padres de la Medicina y de la Patristica religiosa, con sus supersticiones y conceptos ultramontanos.
Pasando por extraordinarios estudiosos, entre muchos  otros citaremos a Cabanis y Broca, la sonda de la investigación fue penetrando la masa grisácea y descifrando sus protuberancias, que hoy nos dan una idea  aunque muy imperfecta de su mundo de infinitas informaciones aun por detectar.
Por tanto, en él están las  disposiciones de la juventud y de la vejez, dependiendo sobretodo de la mente que lo vitaliza y lo moviliza, que lo acciona y mantiene.
Muchos creen que vejez es señal de pérdida de memoria, de deterioro del raciocinio, del desequilibrio de las emociones...
Sin dudas, con el suceder de los años, la maquinaria orgánica sufre el desgaste y seguramente, disminuye la capacidad de producción y eficiencia de resultados. Entretanto, la pérdida de memoria no es el síntoma exclusivo del envejecimiento, por cuantos muchos factores contribuyen para ese acontecimiento en cualquier edad, como las enfermedades sutiles, tales como las infecciones urinarias, las intoxicaciones por medicamentos, la depresión, etc. Lo importante es el estado psíquico del individuo, quien le determina cual es la fase en que se encuentra y le agrada permanecer; si en la juventud que se prolonga o en la vejez que llega precozmente.
La acción del trabajo en ese comportamiento, es de extraordinario resultado, posibilitando la prosecución de los deberes, de los estudios, de las búsquedas y realizaciones nuevas, sin fatigas ni justificativas de imposibilidad para crecer y permanecer joven. La humanidad, en general vive en estado de sueño, en letargo, padece de  la enfermedad más dominante, que es la ignorancia de si, del destino de cada uno, del significado de la existencia.
Nos quejamos de la situación en que nos encontramos, pero no hacemos casi nada para cambiar  los factores degradantes del conjunto social, normalmente presentes en nosotros mismos, nos lamentamos, por necesidad masoquista de inspirar compasión, nos entregamos a los hechos por comodismo, no esforzándonos realmente, para conseguir superar todo obstáculo aparente que surge como amenaza o impedimento a nuestro progreso. El apóstol Pablo estaba tan seguro del valor del despertar de la conciencia, que en una memorable carta a los Efesios, conforme se encuentra en el capitulo, versículo catorce, con clamo: Despierta tú que duermes, levántate entre los muertos y el Cristo te esclarecerá. Esto es porque, el sueño es una forma de muerte, de desperdicio de la oportunidad educativa, esclarecedora, terapéutica, enriquecedora. Cuando se está despierto, Jesús lo esclarece, a fin de que avance con arrojo en la búsqueda de su auto identificación.
Cuando se está despierto, las conquistas  y encuentros son internos, resplandecientes y calmados, poderosos como el rayo y suaves como la brisa del amanecer.
Estar despierto significa encontrarse construyendo, libre de preconceptos, y de límites, abierto al bien y a la verdad de la que se torna vanguardista y divulgador.
La vida es un poema de belleza, cuyos versos están constituidos de propuestas de luz, escritas en la partitura de la Naturaleza, que exalta su presencia en todas partes.
El destino de la criatura es la libertad, hacia donde sigue con los ojos puestos en el futuro.
  Ser libre significa no depender, no tener pasado ni inquietarse por el futuro, viviendo ampliamente el presente en transporte de paz y alegría.
La alegría de vivir es una invitación para una existencia rica en producciones morales, espirituales, artísticas, culturales, estéticas y nobles.
El destino de nuestra existencia deja de ser vivir bien, que es una de las metas humanas, para bien vivir, que es una conquista personal intransferible, especial, que jamás se altera o se pierde, fomentando la felicidad y trabajando por la paz que todos aspiran.
Narra una historia, que un príncipe chino se enorgullecía de su colección de porcelana, de cuan rara como antigua procedencia, constituida por doce platos resaltados por una gran belleza artística y decorativa. Cierto día, su celador, en un momento infeliz, dejo que se quebrase una de las piezas. Tomando conocimiento del desastre y poseído por la furia, el príncipe condenó a muerte al dedicado servidor, que había sido víctima de una circunstancia fortuita. La noticia tomo cuenta del imperio y en la víspera de la ejecución del desafortunado servidor, se presento un sabio bastante viejo que se comprometió a devolver el orden a la colección. Emocionado, el príncipe reunió a su corte y acepto la ofrenda del venerable anciano. Este solicitó que fuesen colocados todos los platos restantes sobre un mantel de blanquísimo lino, bordado cuidadosamente y que los pedazos de la preciosa porcelana fuesen, esparcidos en torno de la mesa. Atendido en su solicitud, el sabio se acercó a la misma y en un gesto inesperado, tiró del mantel con las preciosas porcelanas, arrojándolas bruscamente sobre el piso de mármol, rompiéndolas todas. Ante el estupor que domino al soberano y a su corte, muy sereno dijo:
_ Ahí están, señor, todas iguales conforme prometí. Ahora podéis mandar  matarme. Dado que esas porcelanas valen más que las vidas y considerando que ya soy viejo y ya viví más allá de lo que debería, me sacrifico en beneficio de los que irán a morir en el futuro, cuando cada una de esas piezas sea quebrada.
De esta forma, con mi existencia, pretendo salvar doce vidas, ya que ellas delante de esos objetos, nada valen.
Pasado el choque, el príncipe conmovido, liberó al anciano y al siervo, comprendiendo que nada hay más precioso que la vida en sí misma y la humana en particular.
La vida ofrece las lecciones más severas, invitando a los individuos a la reflexión.
Cuando se adquiere madurez psicológica, a pesar de que se preserven los bienes materiales, se valorizan más aquellos que son del Espíritu, de la realidad perenne, expresiones elevadas de la vida.
Lo que poseemos de precioso, es la oportunidad de la existencia, ella nos brinda los acontecimientos y conquistas, permaneciendo como patrimonio inalienable del ser en su curso evolutivo. Cuando es lúcido, vive intensamente su momento, cada momento, floreciendo donde se encuentra, sin atormentarse por realizarse en esa o aquella otra parte, creando raíces y desarrollándolas, libre de las imposiciones de la ambición desmedida, de las pasiones perturbadoras, de las fijaciones inquietantes, abierto a las nuevas realizaciones que armonizan. De ese modo, nos tornamos parte integrante del Universo, en el cual nos encontramos y donde somos invitados a conquistarlo.
Para  conseguir ese estado y aprender las lecciones de la vida, debemos trabajar interiormente, educarnos, ya que a través de esa contribución nos modificamos y perfeccionamos, liberándonos de los atavismos perniciosos y de los factores degradantes que aún permanecen en nosotros.
La educación es un valioso instrumento para el trabajo de construcción de la persona feliz, que se convierte, a su vez en una lección viva de la vida para los demás, que siguen en la retaguardia
Todo individuo enfrenta desafíos para crecer. La propia existencia terrestre es una invitación al esfuerzo. La mejor solución para enfrentar los problemas es intentar resolverlos en sus fuentes, evitando las actitudes que los postergan, retornándolos más complicados. Lo que no hagamos hoy, seguramente mañana será, más difícil de ser conseguido.
Solamente las actitudes correctas, basadas en la honradez y en la lealtad, consiguen zanjar en forma definitiva las dificultades y los  acontecimientos desagradables de la marcha evolutiva.
Vivir la vida es un desafió sublime y realizarlo con sabiduría es una bienaventuranza que se encuentra a disposición de todo aquel que decididamente se resuelve a avanzar, auto superarse y alcanzar la comunión con Dios.
Gracias al valioso concurso de las doctrinas psíquicas en general y de la psicología espirita en particular, existen excelentes contribuciones y se encuentran disponibles para todos aquellos que están sinceramente, interesados en la construcción de una conciencia saludable, de un ser responsable y lucido de una sociedad feliz.
Todo depende de cada persona, de su esfuerzo, de su perseverancia y de su acción confiada.
Lo que no consigamos en un momento, mediante la sana insistencia, lo alcanzaremos después.
No nos encontraríamos encarnados en la tierra, si nuestra existencia física no tuviese una finalidad superior. Somos el producto de un largo proceso de desarrollo de los infinitos valores que duermen latentes, dentro de nosotros, aguardando los medios propiciatorios para su manifestación.
Etapa a etapa, paso a paso realizamos progresos que se fijan mediante los hábitos que se incorporan a la individualidad, que resulta de la suma de las vivencias de variadas reencarnaciones.
 Somos adultos, hemos crecido y casi todos los que nos encontramos aquí encarnados podemos pensar que nuestras realizaciones de ahora en adelante pueden ser pocas.
Nos vamos haciendo cómodos, porque nos sentimos justificados, y sin darnos cuenta dejamos pasar la vida, contemplándola, sin esperar un puesto de trabajo, ya que cada vez podemos menos.
La gente que nos rodea, nos lo hace notar, tratándonos ya de mayores, los primeros suelen ser los hijos. No obstante estas lecciones nos demuestran que no es así, que lo mismo que debemos cuidar el cuerpo, debemos cuidar el alma, y esta puede estar activada y creciendo siempre.
Debemos sentir la vida y participar de ella, no contemplándola y con palabras solo pues estas  se las lleva el viento, sino con hechos, sin ningún miedo ni temor. Si obramos con conocimiento y guardamos el equilibrio en todas las cosas, no nos dañaran el efecto que estas causen.
Hemos de cargar nuestras maletas para que nada nos falte, pero nunca quedemos parados, temiendo lo que nos pueda suceder, siempre la regla del bien por medida, nos lleva a puerto seguro. Si activamos el cuerpo con una vida sana y unos buenos hachos, el organismo nos responderá.
Por eso trabajadores de la viña del Señor, activemos nuestros conocimientos y animo a la obra, no nos acomodemos en la silla y en la vida contemplativa, el movimiento espirita nos necesita, colaborar no significa oír la doctrina, es trabajar en ella, enseñarla, divulgarla, compartirla, tolerar, estudiar, perdonar, olvidar etc., tenemos un amplio campo, ante los jóvenes que nos reemplazan y que siguen nuestros pasos.
No dejemos la labor que nos compete a otros más jóvenes, ellos ya tienen la suya. Jóvenes somos, hemos de alargar los arbolitos de nuestro cerebro él es incansable, si nosotros lo activamos el crecerá más deprisa y ira generando vida a todo nuestro alrededor.
 Extraído por Merche del libro VIDA, de Divaldo Pereira-
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    INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS.
Ha dicho Cristo: "Dejad a los niños venir a mí" Estas palabras, profundas dentro de su sencillez, no significan un mero llamamiento a los niños, sino a las almas que gravitan en los círculos inferiores, donde la desgracia no sabe nada de esperanza.
Jesús llamaba hacia Él a la niñez intelectual de la criatura ya formada: a los débiles, los esclavos, los viciosos. Nada podía enseñar a la infancia física, ligada a la materia, sometida al yugo del instinto y sin haberse integrado todavía al orden superior de la razón y de la voluntad, que se ejercen en torno de ella y para ella.
Quería Jesús que los hombres se llegasen a Él con la confianza de esos pequeños seres de pasos inseguros, cuyo llamado conquista el corazón de las mujeres que son madres. Sometía así a las almas a su tierna y misteriosa autoridad. Él fue la antorcha que ilumina las tinieblas, el clarín matinal que da el toque de diana e invita al despertad. Ha sido el iniciador del Espiritismo, el cual a su vez llevará a Él no a los niños, sino a los hombres de buena voluntad.
La viril acción se ha iniciado. No se trata ya de creer por instinto y obedecer en forma maquinal: precisa que el hombre siga la ley inteligente que le revela su universalidad.
Bienamados, he aquí el tiempo en que los errores explicados serán verdades.
Os enseñaremos el sentido exacto de las parábolas y os mostraremos la poderosa correlación que une a lo que ha sido con lo que es. En verdad os digo, la manifestación espírita crece en el horizonte, y he aquí a su Enviado, que va a resplandecer como el sol sobre las cimas de los montes.
Dejad a los niños venir a mí, porque poseo el alimento que fortifica a los débiles.
Dejad venir a mí a aquellos que, temerosos y frágiles, tienen necesidad de apoyo y de consolación. Dejad venir a mí a los ignorantes, para que los ilumine. Dejad venir a mí a todos los que padecen, a la muchedumbre de los afligidos y desventurados. Les enseñaré el gran remedio para mitigar los males de la vida, les proporcionaré el secreto con que curar sus heridas.
¿Cuál es, amigos míos, ese bálsamo soberano, poseedor de la virtud por excelencia, ese bálsamo que se aplica sobre todas las llagas del corazón y las cicatriza? ¡Es el amor, es la caridad! Si poseéis ese divino fuego, ¿qué podréis temer? En todos los instantes de vuestra vida diréis: "Padre mío, hágase tu voluntad y no la mía. Si te place probarme por medio del dolor y las tribulaciones, bendito seas. Porque para mi bien lo sé tu mano pesa sobre mí.
Si te agrada, Señor, apiadate de tu débil criatura, si das a su corazón las alegrías permitidas, sé una vez más bendecido. Pero haz que el amor divino no se adormezca en su alma, y que sin cesar haga ella ascender hasta tus pies la voz de su gratitud.
Si poseéis el amor, seréis dueños de todo lo deseable que hay en la Tierra, tendréis la perla por excelencia, que ni los acontecimientos, ni las ruindades de los que os aborrecen y persiguen podrán arrebataros. Si poseéis el amor, habréis colocado vuestros tesoros allí donde los gusanos y la herrumbre no pueden alcanzarlos, y veréis borrarse poco a poco de vuestra alma todo aquello que puede mancillar su pureza; sentiréis que día a día el peso de la materia se os aligera y, semejante al ave que se cierne en los aires y no se acuerda ya de la tierra, subiréis sin tregua, ascenderéis siempre, hasta que vuestra alma embriagada pueda nutrirse de su elemento vital en el señor del Señor.
( Un espíritu protector. Burdeos, 1861.
Allan Kardec. 
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                          Oración
                             ¡Señor!
Los hombres se reúnen en el mundo para pedir, reclamar, maldecir; legiones humanas devotas a la fe se entregan para que las comandes; multitud de ellas sintonizan Contigo buscando servirte.
Permítenos ahora un espacio para agradecerte por estos días de entendimiento fraternal que vivimos en la casa que nos prestaste para el planeamiento de las actividades evangélicas del futuro.
Como no estamos habituados a agradecer y alabar sin presentar el rol de nuestras suplicas permítenos hacerlo de forma diferente.
Cuando casi todos piden por los infelices, nosotros nos atreveremos a suplicar por los infelicitadores, cuando los corazones suplican a favor de los caídos, de los delincuentes, de los que agreden; nosotros nos proponemos interferir en beneficio de los que fomentan las caídas, los delitos y la violencia; cuando los pensamientos se vuelven para interceder por los enfermos, los carentes, los desilusionados, nosotros nos enfatizamos en formular nuestras rogativas por aquellos que responden por todos los errores que asolan la Tierra, estableciendo la miseria social, la falta de moral y la derrocada en las rampas éticas del comportamiento.
No te queremos pedir por las victimas de todos los matices, sino, por sus autores, aquellos que entenebrecen los sentimientos, las conciencias y la conducta, complaciéndose, como chacales sobre los cadáveres de los vencidos.
Tu que res nuestro Pastor y prometes apoyo para todas las ovejas, ten misericordia de ellos, los hermanos que se cegaron a si mismos y, ensandecidos, encienden el fuego del odio en la Tierra y fomentan las desgracias que dominan el Mundo.
Tu puedes hacerlo Señor, y es por esto, en agradeciéndote todas las dadivas de la paz que fruimos, no nos podemos olvidar de esos que arden en las llamas de la ignorancia alucinados por los desequilibrios que los tornan profundamente desdichados.
Retira de nuestros sentimientos de amor la cuota mejor y canalízala para los hermanos enloquecidos en la volupia del placer, que enrejalaran corazón lejos de los sentimientos de humanidad y que tendrán que despertar, un día, bajoel latigo de la conciencia que a nadie abubilla.
Porque ya pasamos en épocas remotas, por estos caminos, es que Te suplicamos por ellos, los hermanos más infelices que desconocen la propia desdicha.
En cuanto a nosotros, enséñanos a no fruir de felicidad mientras haya en la Tierra y en la Patria del Cruzeiro los que lloran, los que se debaten en los desvíos de la perturbación, y, consciente o inconscientemente, Te niegan la sabiduría, el amor y la conducción de ternura como Pastor de nuestras vidas.
Cuando Tus discípulos, aquí reunidos, cerremos esta etapa, nos damos las manos, y, emocionados, repetimos como los mártires del pasado: -¡Ave Cristo! En Tus manos depositamos nuestras vidas, para que de ellas hagas lo que Te aproveche, sin consultarnos lo que queremos, porque solo Tú sabes lo que es mejor para nosotros.
Hijos del alma: que os bendiga el Padre de Misericordia y que Jesús permanezca con nosotros son los votos del servidor humilde y paternal siempre.



Por el Espíritu Bezerra de Meneses – Psicofonía de Divaldo Pereira Franco, en la mañana del 18/11/1990, en el cierre de la reunión de Consejo Federativo Nacional, en Brasil
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