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sábado, 5 de octubre de 2013

Iniciativa; la diferencia entre cambiar o estancar…


Cassio López ( el autor)
Vivimos en una sociedad consumista, impregnada de apelación a los placeres por todos los lados que miremos.
Con la cultura heredada de la infancia, nuestra propensión al fácil y a la satisfacción inmediata, prevalece sobre la disciplina y la responsabilidad.
En esto contexto, la paciencia e perseverancia se quedan en según que plan.
Tenemos aversión a la disciplina, a todo lo que nos restringe e incomoda, a cualquier límite de la realidad.
La palabra disciplina tiene la misma origen de la palabra discípulo y significa la capacidad de aprender con los errores y, por lo tanto, de cambiar.
Como nos fue enseñada como algo que ocurre de fuera para dentro, de manera autoritaria y ajena a nuestra voluntad y así todas las nuestras obligaciones se tornaran pesadas y casi un sacrificio.  Aprender con nuestros errores debería ser placentero, divertido, excitante. Es lo que Jesús se refería cuando dice: “Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga ".  Quien ve la vida con amor,  todo lo ve como oportunidad de aprendizaje e crecimiento.
El peso de nuestra carga es proporcional al esfuerzo que hacemos para no dejarla, por miedo al nuevo, de perder nuestro estado actual.
Nuestra mayor resistencia a los cambios es que no queremos ser incomodados, sacados de nuestra “zona de confort”.
Y la iniciativa es la que permite romper círculos viciosos que vamos construyendo en el transcurso  de la vida y que tanto nos pesan, sin darnos cuenta.
Las consecuencias de un retraso, de empuñar para adelante nuestras transformaciones, son la frustración y la insatisfacción.
Para nuestro crecimiento, tenemos un desafio para el que no fuimos preparados: integrar el momento actual con las consecuencias futuras.
En el fatalismo aprendemos que el destino ya esta escrito y las cosas son porque son. El espiritismo viene a romper al final del siglo XIX esta idea perniciosa plantada por la iglesia y enseñar que todo tiene una causa, que no existe la casualidad.  
Cada uno según sus obras…
La búsqueda del placer inmediato y constante, sin previsión de mañana, nos remite en el futuro a una frustración todavía mayor. El hombre es un animal que anticipa el dolor y se tortura con eso. Los espíritus desencarnados nos ofrecen la innumerables  narrativas de sus experiencias e comentan sobre los sufrimientos mentales que han tenido, por preocuparse con cosas que nunca pasaran.
El papel del pensamiento, cuando es sano, es ofrecer el nexo de nuestra situación, uniendo el pasado, el presente y el futuro.
En verdad vivimos en el presente y solo en el presente.
El existencialismo de Jesús predica que a cada día le basta lo suyo.
Como nuestra existencia es un proceso continuo, no podemos perder la memoria de lo que aprendemos y ni desdeñar de lo que puede sucedernos.
Vivir el presente no significa hacer apenas hacer lo que nos da la gana, independientemente de las consecuencias.
Ser responsable significa responder tanto a la nuestras necesidades, a los deseos, cuanto à las obligaciones. La verdadera libertad es el encaje fiel entre lo que yo deseo, lo que yo puedo y lo que yo debo.
La consolidación y ampliación de nuestra conciencia esta directamente relacionada con ese concepto.
Esta permanencia ilusoria en los mismos hábitos, en la misma forma de vivir, en la misma inmovilidad tiene un nombre: acomodación.
La acomodación es el contrario de la iniciativa, objeto de este ensayo.
Todos nosotros sabemos que cambios debemos hacer en nuestras vidas. La dificultad está en abrir la mano de la llamada zona de confort, aquel espacio psicológico, irreal, aparentemente sólido, y involucrarse en el desconocido de lo nuevo, de la reforma.
El contrario de la vida no es la muerte, pues por la doctrina espirita, sabemos que ella no existe. El contrario de la vida es la estancación, la repetición.
El espíritu nunca vuelve en la evolución, pero puede estancarse y esto si, equivale a la muerte, pues el tiempo desperdiciado, no se puede volver atrás, y es entonces cuando el dolor nos impulsa otra vez para adelante.
Nosotros nos estancamos por miedo. Miedo de errar o miedo del arrepentimiento. Y ahí perdemos la capacidad de soñar, o sea, la esperanza. Lo que nos mueve en la vida es saber que nuestro destino personal, es el desenvolvimiento continuo y esto depende solamente de nosotros.
El acomodado contumaz acaba invariablemente atenazado por la depresión.
La depresión es fruto del apego excesivo al confort inmediato; por esto hay tantos hermanos con los cofres llenos y con el alma vacía, que buscan rellenarla en la búsqueda incesante de nuevas sensaciones en la carne.
La historia de la humanidad enseña entre los instrumentos que utiliza para lograr esas sensaciones, las drogas y toda suerte de libertinaje.
Muchos imaginan la depresión como algo que aparece de repente y sin control de nuestra parte. La depresión es el resultado de un proceso de la vida, sobretodo, de los cambios que no hicimos en el debido momento.
Pequeñas paralizaciones del crecimiento personal nos llevan a la inercia, a la acomodación y a la tristeza.
El verdadero placer es fruto de la auto-superación continuada.
Vivir es crecer continuamente.
En todos los sentidos, la curiosidad, la creatividad y la iniciativa son factores fundamentales para la felicidad.
De ahí la importancia de los limites en la educación de los hijos. Es nuestro deber enseñar que libre, no es aquel que hace lo que le gusta, sino aquel que le gusta lo que hace.
Y si fuimos muy "protegidos" en la infancia, todavía hay tempo para generar una reflexión positiva. Vamos facilitarnos a nosotros mismos la meta de ser  cada día un poco mejores que ayer.
Todos los grandes hombres y mujeres que hicieron algo por la humanidad, empezaran por  darse cuenta un día de la importancia de actuar, en vez de permanecer en estado letárgico de repetición de padrones de comportamiento rompiendo con la inercia y poniendo manos a la obra.
Oigamos el llamamiento del Espíritu de la Verdad y hagamos nuestra parte en la consolidación de ese nuevo tiempo para nosotros mismos y para la humanidad.

Cassio 
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En recuerdo a Pepita


El verdadero sufrimiento está aquí en el Hogar cuando nos quitamos los vestidos humanos y abrimos el corazón a la luz; en la tierra es un sufrimiento humano temporal que, en general, nos protegemos con el ego o con la química humana. Aquí no, aquí hay una luz que nos alumbra y deslumbra, podemos poner las manos delante y mirar para otro lado y nadie nos dice nada, sabemos que el dolor moral se impone y con el tiempo nos vemos obligado a seguir el sendero. Digo esto para situar la manifestación de Pepita, el espíritu que se acaba de manifestar. Es un espíritu elevado pero al tocar la materia a través de este médium ha vuelto a vivir –otra vez–, lo que fue su sufrimiento terreno. Está en misión de servicio en enfermería ayudando a otros hermanos que están más rezagados. Esta hermana en la tierra fue un manantial de luz y lo sigue siendo aquí también; al tocar las influencias de la carne se debilitó su potencia; esto también me pasa a mí en muchos momentos a pesar de los muchos años de experiencia y conocimiento que he adquirido, ya en mi trabajo de total entrega en la ayuda y la caridad espiritual.

Conocí a esta hermana en la fase terrena, fue de gran ayuda para mí, para la madre, consuelo profundo para un hermano que desencarnó en aquellas fechas en plena juventud corporal. Tuvo que abandonar el convento en donde había entrado en su adolescencia atrapada por una profunda fe. Yo estuve con ella el día antes de marcharse para Brasil como enfermera con una orden religiosa. No quiso interferir en los senderos de este médium en su ambición artística; se había enamorado locamente y se sintió rechazada, arrastrada por su profunda fe cristiana y con el corazón dolorido se marchaba a las misiones. Desde que desencarno mantiene un acercamiento con el médium y aparte de su labor de enfermería da soporte a esta labor de ayuda que realizamos.

Con estas comunicaciones se irán manifestando espíritus que de alguna manera en un tiempo o en otro estuvimos unidos a vuestras vidas en el plano corporal. Es como la llama viva de una realidad continuadora que no la detiene el nacer ni el morir corporal; traspasa barreras continentes y mundos, es la Verdad Divina, la luz de la cual estamos necesitados muchos espíritus y todavía más los hombres. Tal vez en otro momento se vuelva a manifestar esta hermana en esta proyección de luz y de amor que cicatriza las heridas terrenas y pone calor en la soledad humana.

–Esto me ha hecho pensar –lo indicado por esta hermana–, que si se enamoró del médium, yo al mejor interferí en ese camino que debía seguir el médium. 

No hermana, esto viene de mucho tiempo atrás. Ya lo han indicado los guías, en la época del cristianismo estuvo cerca de la labor del Hermano Jesús. De ahí viene su entrega a su vocación de fe cristiana, tan mal comprendida por algunas normas que se imponen en la tierra. Todo está engarzado a pesar que se vea todo confuso cuando estamos en la vida corporal. Esta hermana no veía el amor carnal en este médium, era vidente y se sentía atraída por el amor espiritual, se entregaría sin reservas con la misma entrega que hace en el trabajo espiritual. Es una hermana que tiene claridad y sigue con una labor que a través de los siglos ha desarrollado en la tierra con entrega y amor. 

Tengo que cerrar este instrumento con la entrega y el deseo que la Divina Luz nos alcance a los que estamos tan necesitados de ella, un abrazo de amor y hermandad.

Espíritu Jaime

(segunda entrega de comunicaciones mediúmnicas, médium Manolo Carra)