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miércoles, 20 de febrero de 2013

ADVERTENCIA DE MARÍA

María niña


A los sacerdotes del cristianismo


“Ya es hora  de resurgir del sueño”. Ya es tiempo de que la Humanidad  se reconozca, ya es tiempo de ser obedientes a las inspiraciones que bajan de las regiones etéreas, acompañando a su propia  y espontanea actividad, y salir de su obcecación, de la esclavitud de sus errores, para emprender y seguir con paso firme, sin vacilaciones  y sin prevaricaciones, el camino que conduce  a la tierra prometida; ya es tiempo de abrirse a la verdad  en las inteligencias y de reinar  en los corazones la caridad y la humildad; ya es tiempo de la que la simiente plantada en las conciencias por el Hijo del hombre,  produzca abundantes frutos en la vida – y  todas las sectas religiosas, depurándose de todo lo que es obra y mandamiento del hombre, y conservando  lo que es permanente y eterno, converger, unirse e identificarse en Dios y con el Evangelio, para constituir la Iglesia Universal – el verdadero Catolicismo cristiano.
     Vosotros, los que por fanatismo, por ignorancia o por orgullo, os juzgáis ministros, sacerdotes y representantes de Dios, y depositarios de sus verdades y poder, solo porque otros hombres os han puesto sus manos, tal vez impuras y manchadas,  y pronunciado,  sobre  vuestra cabeza, una formula vana e ineficaz, venid – venid aquí, hermanos míos, hijos míos, venid, pues todos caben  en la misericordia del Padre; venid y decidme:  ¿Quienes sois? ¿Qué sois? ¿Habéis  penetrado, con vista imparcial e investigadora, en vuestros corazones, en los recónditos dobleces de vuestras conciencias, en los secretos de vuestras almas? ¿Habéis medido la extensión de vuestros deseos? ¿Habéis sondeado  vuestras flaquezas y miserias, y buscado, libres de amor propio, el verdadero nivel de vuestras virtudes? ¿Habéis mirado y estudiado bien?  ¿Habéis, ni tan  siquiera,  pensado en estudiaros? ¿En una palabra, os conocéis?
        Pues, si no os conocéis, concentraros, en ello, hijos míos, y pedid a Dios que os abra los ojos, para que podáis veros  con cuidado y sin orgullo, porque  tenéis que ser llamados a un juicio de amor, en virtud  del cual  se os abre el camino de reparación  y el medio de poder comparecer limpios  a otro juicio -  al juicio en el que cada uno recoge el fruto de sus obras.
     Escuchar , repito, decidme: ¿Al encontraros frente a frente con vuestros hermanos,  los otros hombres, a quien livianamente condenáis, y con vuestra conciencia, que os dice lo que sois,  por ventura os habéis juzgado superiores y dignos de ser sus maestros y  ministros de Aquel que a todos ve y a todos juzga?
     ¿Habéis podido dudar de que, delante de Dios, nadie es más  de lo que sus obras  lo hacen merecedor?
       Venid y decidme: ¿La fe que queréis imponer a los demás, prescribiendo y condenando  el principal atributo de las almas, se extiende a vosotros? ¿Y los que, entre vosotros, la tienen, como la adquirieron?
     ¿Fue por vuestra iniciativa, por  vuestras virtudes, por vuestros estudios y esfuerzos, por haber encarado la luz, o por haber cerrado los ojos  para no verla?
     Venid y decidme: ¿Al consagraros al sacerdocio, habéis consultado los intereses espirituales de la Humanidad  o vuestros intereses temporales? ¿Lo aceptasteis como un sacrificio o como una forma de vivir y prosperar?
  ¿Habéis profesado la pobreza que nace del amor, y la dulzura que nace de la humildad, o, por el contrario, habéis sido ambiciosos e iracundos?
    Venid, y decidme: ¿Habéis aprendido y enseñado a dar a Dios lo que es de Dios, y al Cesar lo que es del Cesar, u os habéis postrado a los pies del Cesar, en desdoro de la majestad de Dios, e invocado el nombre  de Dios para combatir al Cesar?
     ¿En las contiendas, en las guerras contra vuestros hermanos, habéis corrido para  contenerlas y hacerlas menos sangrientas con vuestra misión apostólica, o   habéis soplado y ensangrentado, abusando de la influencia que habéis ejercido  y aun ejercéis, en razón de vuestro ministerio?
     ¿Habéis querido, como Jesús, imperar sobre las almas por la caridad, o dominar en la Tierra por la ignorancia?
     Venid, y decidme:
     ¿Después de tantos siglos en que habéis gobernado a las conciencias,  explicado la moral y dirigido las sociedades, en qué estado  habéis dejado a las sociedades, las costumbres y las conciencias? ¡AH!  Vuestros procedimientos no son el fruto del Evangelio.

     Reconoceos, hijos míos; compadeceros de vosotros mismos, como yo me compadezco, y como mañana se compadecerá la Humanidad. Amad  más a Dios  y menos a la carne – aun estáis a tiempo.
    ¡Habéis  errado; ¿Quién no yerra?  Habéis cometido faltas; ¿Quién tendrá derecho de tiraros la primera piedra?
     Levantad la bandera que Jesús desplegó – y, dejando de ser sacerdotes por el hábito, serlo por la caridad y por la predicación.
     No dudéis de que María es quien os habla, la mujer dichosa que trajo en su vientre  al celestial Enviado, el Fundador de la religión divina, que juzgáis profesar, pero que no profesáis como debéis.
     No despreciéis esta revelación, ni la condenéis sin meditar. Estudiarla sin odio, sin pasión, sin prevenciones de escuelas y sin el egoísmo del sectario – y  después  de ese provechoso estudio, que ahora os pido, invocad fervorosamente el auxilio de Dios, y os sentiréis dispuestos a confesar que este documento, reflejo fiel de la  verdad evangélica, no puede ser obra de un genio maléfico, de un Espíritu mentiroso;  confesarlo, hermanos míos, hijos míos,  y aceptar y defended la nueva revelación.
     ¿Qué importa que esta revelación derrumbe y pulverice un coloso  de diecinueve siglos, si al mismo tiempo levanta del polvo de la ignorancia, del error y del egoísmo, a toda la Humanidad?
No rechacéis el Espiritismo – no intentéis combatirlo con el diablo  que se evapora en vuestras manos al calor de la nueva luz, y desaparece, para ocupar su verdadero lugar, entre los recuerdos mitológicos.
     Si  permanecéis obstinados en vuestros errores  y si os atrincheráis en vuestra orgullosa inhabilidad, no por eso lograreis impedir y detener, por un momento,  lo que está irrevocablemente decretado. Seréis arrastrados por la idea,  y sucumbiréis miserablemente, llevando con vosotros, en vuestra caída, la compasión de unos, el desprecio de otros, el odio de muchos, y la severa responsabilidad de vuestros actos.
María

Comunicación mediúmnica extraída del libro “Roma  y el Evangelio”, de José Amigo y Pellicer.

                                                                *******************

Aquel cuya afabilidad y dulzura no son fingidas, no se desmiente jamás, es el mismo ante el mundo y en la intimidad. Sabe, por otra parte, que si es posible engañar a los hombres con las apariencias, no se puede con ellas engañar a Dios.
Lázaro 1861.

NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas,están invitados a  participar en el chat de la Federación Espírita Española.

 Los viernes a las 23,00 horas se os invita a asistir a una  interesante conferencia en la misma sala. .
Los domingos a las 21,00 horas se os invita a la clase de estudio del Espiritismo por "Grupo espírita Sin Fronteras" dirigida por Carlos Campetti.

Ver también los  Blog  Inquietudes espíritas :      inquietudesespiritas.blogspot.com.es
                                      Albacete Espirita       :      espiritismoalbacete.blogspot.com.es

                             www.portalkardec.com.br    
                                       elblogdeazucena.blogspot.com
                                       marinamiesdeamor.blogspot.com
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