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sábado, 12 de noviembre de 2011

Los Evangelios y los acontecimientos actuales



El Maestro Jesús de Nazaret, conociendo el futuro de la Humanidad que él vino a educar en la Ley del Amor, quiso anunciar los acontecimientos que en el futuro sobrevendrían a la humanidad, como consecuencia de su alejamiento del mensaje Crístico. Hechos enmarcados en la violencia, calamidades naturales y perturbaciones morales serían los anunciadores del fin de una época caracterizada por el imperio de los deseos primitivos sobre el desarrollo espiritual, que ha priorizado los placeres efímeros de la vida humana olvidando el mensaje de fraternidad y equilibrio espiritual que la pléyade de espíritus superiores dejaron en el mundo por medio del misionero sublime, Jesús.

El apóstol Lucas, recordando el mensaje mencionado, consignó las siguientes palabras en sus escritos evangélicos:

Capítulo 21
1 Levantando los ojos, vio a los ricos que echaban sus ofrendas en el arca de las ofrendas.
2 Vio también a una viuda muy pobre, que echaba allí dos blancas.
3 Y dijo: En verdad os digo, que esta viuda pobre echó más que todos.
4 Porque todos aquellos echaron para las ofrendas de Dios de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo el sustento que tenía.
5 Y a unos que hablaban de que el templo estaba adornado de hermosos piedras y ofrendas votivas, dijo:
6 En cuanto a éstas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.
7 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?
8 El entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.
9 Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
10 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino:
11 y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo
12 pero antes de todas éstas cosas os echaran mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre.
13 Y esto os será ocasión para dar testimonio.
14 Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa;
15 porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan.
16 Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros.
17 y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre.
18 Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.
19 Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.
20 Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado.
21 Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella.
22 Porque estos son días de retribución, para que se cumplan todas las cosas que están escritas.
23 Mas ¡ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! Porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo.
24 Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan.
25 Entonces habrán señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas;
26 desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas.
27 entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
28 Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.
29 También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
30 Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca.
31 Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
32 de cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca.
33 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de ésta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.
35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
37 Y enseñaba de día en el templo; y de noche, saliendo, se estaba en el monte que se llama de los Olivos.
38 Y todo el pueblo venía a él por la mañana, para oírle en el templo.

Todos éstos anuncios de Jesús, enmarcados en un tipo de relato de acuerdo con el entendimiento y psicología del pueblo que lo escuchaba hace dos mil años, donde carecían de muchos de los avances tecnológicos y pedagógicos de la actualidad, tenían como propósito advertir a la humanidad que los tiempos en que el sufrimiento y el dolor se hicieran presentes en el mundo entero, eran el anuncio de un final de una era, para dar paso a una nueva era, con el predominio de la espiritualidad.

Comenta en primera instancia, que aquellas ofrendas que se realizan partiendo de la necesidad y no de la abundancia, eran mejor vistas ante los ojos de Dios, porque el sacrificio era más glorioso que el hecho de dar sin sentir que se ha hecho un esfuerzo. Este ejemplo está enmarcado en una ofrenda de tipo material, lo cual era muy común en aquella época e incluso, actualmente, donde se pretendía que para recibir las bendiciones de Dios, era necesario rendir tributos de tipo material, sea en bienes materiales, sacrificios de animales o similares.

Hoy, con la Doctrina Espírita sabemos muy bien que éstos tipos de tributos son innecesarios e inútiles, frente al propósito de obtener los beneficios de la Felicidad espiritual, ya que para llegar a tal objetivo se requiere únicamente de la transformación moral, el sacrificio personal en la renuncia a los propios defectos y en la lucha cotidiana en ésta escuela terrenal para la adquisición de las virtudes y su puesta en práctica en medio de las necesidades del prójimo, ejerciendo activamente la Caridad según lo ha enseñado Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Jesús, según el relato del apóstol Lucas, responde a una inquietud acerca de las riquezas de los templos dedicados a la adoración de Dios y la enseñanza de las escrituras, diciendo:

En cuanto a éstas cosas que veis, días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida.” 

Actualmente vemos que esta tendencia se mantiene en los diversos templos de las religiones tradicionales y nuevas que han surgido amparadas en el mensaje Cristiano, pero alejadas de su esencia de humildad y fraternidad, debido a la naturaleza humana, aún sometida a los deseos materialistas y la falsa creencia de que las riquezas son la representación del poder, la gloria e incluso la felicidad y que de esta manera se es más agradable a Dios. Interpretando equivocadamente algunos pasajes bíblicos referentes a los tributos o diezmos, considerando que son una exigencia de Dios para sus hijos en la Tierra, lo cual está distante de la realidad, debido a que la esencia de Dios está muy por encima de la naturaleza física y material y el mensaje que nos legó por medio del Maestro Jesús nos conduce a un desarrollo espiritual, moral e intelectual para nuestro perfeccionamiento como espíritus, lo cual nada tiene que ver con tributos de orden material, que son cobrados bajo amenazas falsas de ofensas a Dios, y que en su mayoría son conducidos al engrandecimiento de las arcas monetarias de muchos dirigentes religiosos, mercaderes de la fe y sólo una pequeña parte, en ocasiones, a favor del prójimo necesitado.

Está anunciado y la razón así lo indica, que para que verdaderamente se viva el mensaje cristiano en los templos dedicados a la enseñanza del espíritu, se debe eliminar cualquier presunción de poder, cualquier interés materialista, cualquier inclinación de vivir como profesionales de la fe, tal y como lo enseñó Jesús, claramente, reuniéndose con el pueblo en las humildes casas de sus seguidores y amigos, donde el mayor lujo era alguna simple copa de metal para compartir los alimentos con el Divino Maestro; También las prédicas en medio de la naturaleza, en la sencillez, pero a la vez majestuosidad de los pastos y los árboles, las flores y los animales, respirando la pureza del aire y no el olor del metal precioso, efímero y distractor.

Siendo aún más claro, el Maestro Jesús comenta sobre la pregunta:

“Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿Y qué señal habrá cuando estas cosas estén para suceder?

 El entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.”

Hoy no es sorpresa encontrarnos una enorme multiplicidad de sectas religiosas, en su mayoría reclamando su derecho a ser dueños exclusivos de la verdad y autoproclamando como profetas y representantes directos de Cristo en la Tierra a dirigentes con reconocida capacidad de oratoria y convencimiento, expertos en el manejo de multitudes, impulsado por entidades espirituales cuyo interés es alejar lo más posible a la humanidad de la esencia del mensaje de Jesús: La humildad, el Amor, el servicio al prójimo; utilizando para esto, interpretaciones personalistas de las Escrituras Bíblicas, invitando a sus seguidores, mediante persuasión y aprovechamiento del desconocimiento de los principios espirituales, a tener como premisas y verdades absolutas éstos conceptos ideados por ellos, distrayendo a las multitudes con cánticos y alabanzas, ofrendas materiales y falsas promesas de salvación sin esfuerzo real de transformación moral. Este fenómeno hace evidente que muchos de éstos nuevos “profetas” son espíritus que han reencarnado siguiendo el mismo talante desde hace varias existencias, desde pueblos primitivos donde éste tipo de prácticas ritualistas y adoraciones a dioses con perfil materialista, negociante, erán algo común al incentivar el “dar” algo a “cambio” de beneficios materiales y una “salvación” automática futura.

Se cultiva la intolerancia entre creencias y se emiten juicios fuertes frente a las Doctrinas con corte más espiritualista, encasillando a todo lo que consideran “pecado” como proveniente de entidades demoniacas, a las cuales sólo ellos les dan el crédito y el poder que simbólicamente ostentan. Estas creencias en seres diabólicos, es una tradición heredada del paganismo y de culturas orientalistas que consideraban que para que hubiese un real equilibrio en la creación, así como existe Dios y los ángeles, por consecuencia según la lógica humana, debía existir un ser que le hiciese contrapeso a Dios y un ejército de seres a su servicio que constantemente pusieran a prueba la capacidad del bien, creando una eterna guerra imaginaria entre el bien y el mal, entre ángeles y demonios, entre Dios y satanás.

Este tipo de religiones, al final de los tiempos, cumplen lo que anticipó Jesús “porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo”, pero así mismo recomienda a la humanidad: “El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.”

Acerca de los hechos de violencia y catástrofes naturales, el Maestro refiere:

“Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
 Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación y reino contra reino: y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo”

No es secreto para nadie cuanto ha sufrido la humanidad desde hace más o menos un siglo, el efecto de las guerras masivas, sustentadas en la sed desmedida de poder y renombre de unos cuantos, que usan abusivamente los recursos de las naciones para atacar y apropiarse de otros pueblos, sus riquezas naturales y culturales, destruyendo no sólo estructuras físicas, sino la esperanza, el sentimiento de pueblo, la fraternidad; dando vía libre al egoísmo en su mayor plenitud, como títeres de las entidades espirituales que aún están alejadas de la luz de Dios, y que pretenden sumir a la Tierra en un mar de desolación y tristeza, tan sólo por su propia incapacidad de reconocer sus errores, arrepentirse y empezar su transformación moral. Como son incapaces de asumir el control de sus vidas, les genera sufrimiento ver a otros felices y luchan por extinguir esa felicidad.

Las “Revelaciones” o “Apocalipsis” del apóstol Juan, relatan como en un tiempo, “Dios liberaría a satanás por un período para que hiciese con el mundo lo que quisiera”, colocamos ésta frase en comillas ya que no pretendemos que se entienda literalmente, como debe ser; se extrae de éste anuncio que el grupo de entidades espirituales que aún persisten en el ejercicio transitorio del mal fueron masivamente liberadas y conducidas desde las regiones espirituales para que ejercieran una influencia sobre el mundo, mediante la reencarnación, como una última oportunidad para su redención y transformación moral, tiempo que al culminarse, obligaría a quienes no lograron su propia rectificación espiritual a trasladarse hacia un mundo primitivo y distante de la tierra, para que en nuevas experiencias reencarnatorias recomenzaran el proceso que no conquistaron en la Tierra.

Es por eso, que en éstos últimos 70 años se ha desencadenado en la Tierra una oleada de violencia sin antecedentes, así como impactantes alteraciones morales, atrocidades dignas de almas muy primitivas, desvaríos en el campo de la sexualidad que rayan con el absurdo y la locura, ocasionado por los millones de espíritus reencarnados y con la conciencia aún adormecida, entregados a la vida pasional y del campo de los deseos.
Refiere el Maestro Jesús que éstas guerras “es necesario que acontezcan” ya que es el método mediante el cual la humanidad concluye su período de primitivismo moral y desencadena sentimientos de solidaridad, repudio al mal y actitud activa hacia su despertar espiritual.

" y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo”

Sin embargo, también tenemos en el escenario mundial una serie de catástrofes naturales, terremotos, erupciones volcánicas, huracanes, cambio climático que han diezmado poblaciones enteras y han ocasionado la desencarnación de miles de personas. Dentro del diseño de nuestro planeta, se consideró la necesidad de reacomodar y habilitar los terrenos para la adaptación de nuevas grupos poblacionales, por tanto, éste tipo de manifestaciones de la naturaleza propician cambios en dos órdenes: en el orden social, con la implantación de nuevos sentimientos de fraternidad entre los pueblos y en el orden físico con la adecuación de terrenos y la renovación de la infraestructura habitacional humana. El Libro de los Espíritus, en el capítulo “Ley de destrucción” hace referencia específica sobre la importancia de ésta Ley para que se impulse el progreso humano.

Las hambrunas en diversas latitudes de la tierra, ocasionadas en su mayoría por la concentración de los recursos naturales en manos de unos pocos, manifestando una vez mas la condición egoísta que aún impera en muchos corazones humanos y también como consecuencia de los eventos naturales que deteriora los cultivos y ocasiona escases de alimentos, hacen que el progreso intelectual de la humanidad se manifieste en la creación de alternativas tecnológicas que ayuden a aminorar los efectos adversos y también impulsa a la generosidad, una vez más, entre los pueblos, entre las personas, que consideran que es necesario despojarse de sus propias comodidades para extender la mano a su hermano que sufre.

Las múltiples enfermedades que han surgido de manera casi espontánea y han ocasionado pandemias, así como las virosis que por años han atacado sin clemencia a la humanidad, como el VIH, cáncer, tuberculosis, alteraciones nerviosas, nos aclara el Espiritismo que son consecuencia de las alteraciones morales de los seres, lo que ocasiona desajustes en el campo energético – periespiritual, que posteriormente se somatiza con la germinación de nuevos elementos virales o bacterianos que atacan inclementes a las fibras orgánicas, reconduciendo a la víctima a una progresiva transformación mediante el dolor.

El relato evangélico continúa describiendo las vivencias dolorosas que tendrán que vivir aquellos que decidan propagar la doctrina revelada por El, bajo el precepto cristiano, una vez que fue sacrificado en la cruz, se empezó a evidenciar la persecución y daño por parte de aquellos que no aceptan la renovación de las conciencias y el abandono progresivo de las prácticas primitivas, la consecución efímera de poderes sociales, quienes en general, no reconocen la necesidad de la elevación espiritual para alcanzar un verdadero status de felicidad plena.

Los comportamientos que difieran del común del mundo, distinguiéndose por la práctica de la Caridad, de la benevolencia y la dulzura en el comportamiento, la humildad en todo relacionamiento social, del reconocimiento de la necesidad de la elevación del patrón vibratorio emocional hacia Dios, acatando Sus Leyes reveladas por su Bendito Emisario, serán y son efectivamente perseguidos, ridiculizados y sometidos a los juicios sociales basados en el orgullo, el egoísmo y las bajas pasiones como parámetros de medida. Sin embargo, la Divina Providencia ha favorecido los medios necesarios para que poco a poco, esos ejemplos de buen Cristiano vayan alcanzando múltiples corazones y vidas abatidas por el dolor, como elemento de despertar espiritual, para seguir implantando el “Reino de los Cielos” es decir, la Ley de Amor en toda la humanidad.

Todos aquellos que sigan ése camino al ejemplo de Jesús, vivirían esas vicisitudes, pero en el transcurso del camino “… ni un cabello de vuestra cabeza perecerá… Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas.”, es decir, la protección de lo Alto jamás faltará y nadie sufrirá aquello que no deba sufrir, porque reconocemos la Infinita Justicia y Bondad de Dios hacia Sus hijos.

Nos advierte Jesús de Nazaret, que éste estado de la humanidad no terminará sino hasta que todo lo que El anunció, se haya cumplido, no por ser sus palabras una fatalidad irremediable, sino porque El conocía de antemano la evolución psicológica de las criaturas humanas y comprendía que difícilmente nos evadiríamos de éstas experiencias dolorosas por nuestra propia cuenta, siendo que el egoísmo y el orgullo se implantarían tan profundamente, que sólo una “conmoción de los cielos”, una serie de sucesos propiciados por la misma raza humana, provocaría ese despertar colectivo.

Recomienda, así mismo, que en éstas épocas anunciadas, todos deberíamos mantenernos resguardados en la oración, cumpliendo con nuestros deberes cristianos, para mantenernos de pie frente a tantas adversidades, es decir, para no perder la esperanza, la fe, la luz interior, mientras estos acontecimientos llegan a su final y la Tierra se presentará como el hogar de una nueva humanidad, restaurada, con el predominio del bien sobre el mal, un Mundo de Regeneración.

Apoyémonos en la Doctrina Espírita, como una luz segura en éste camino que estamos atravesando, para que constantemente ilumine nuestras conciencias y nos advierta acerca de nuestros malos procederes y así, aprovechar al máximo esta experiencia reencarnacionista, adquiriendo nuestras virtudes, eliminando nuestros defectos y amando a todos los que nos redean, como buenos hermanos.

Sólo el trabajo en conjunto nos hará dignos para vivir en esa nueva Tierra que no está lejos de este tiempo, donde las enfermedades, las guerras, las catástrofes naturales y demás calamidades desoladoras, no serán sino un recuerdo lejano, en los futuros libros de historia, que hablarán de una antigua humanidad que incomprensiblemente se hacía daño mutuamente y extrañamente no vivía sus días amparados en la elevación espiritual, en el comportamiento sublime al ejemplo de Jesús.

Paz a todos.

Andrés Abreo Cubillos
Asociación Espírita Tercera Revelación