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martes, 23 de noviembre de 2010

Telepatía y Percepción Extrasensorial


La capacidad de saber lo que piensa otra persona -lo que llamamos lectura de la mente o percepción extrasensorial- ocupa también un brumoso terreno a medio camino entre la creencia popular y la ciencia. Los psicólogos han descubierto que algunos individuos tienen para ello mucha más habilidad que otros. Un sujeto A colocado en una habitación donde mira a una serie de tarjetas con imágenes puede a veces transmitir mentalmente estas imágenes con sorprendente exactitud a un sujeto B que está en otra habitación intentando recibirlas. Sin embargo, la ciencia se ha parado más o menos aquí. Durante la guerra fría, las agencias de defensa llevaron a cabo algunos experimentos secretos para ver si los espías podrían ser capaces de enviar mensajes o imágenes telepáticamente a un ejército que estuviera más allá del telón de acero, pero estos intentos nunca fueron fiables, aunque, por otra parte, tampoco fueron fracasos completos.

Se han ido poniendo obstáculos a las investigaciones sobre la percepción extrasensorial porque no está claro que haya realmente un emisor y un receptor, y sólo sirve de explicación poco probable la confusión de dos mentes o el pensamiento compartido. Hemos hablado de límites confusos en el tiempo y en el espacio, pero el límite de la personalidad es igualmente confuso. ¿Estamos los unos separados de los otros, o es sólo una ilusión conveniente que mantenemos para que la vida pueda seguir de una cierta forma predecible?

A menudo, los matrimonios que llevan muchos años juntos parecen fundirse tanto en personalidad como en pensamiento, y los gemelos tienen misteriosas similitudes en la forma en que se desarrollan sus vidas. Sin embargo, estudios concienzudos sobre gemelos idénticos han demostrado que no hay un estereotipo que cubra todos los casos. En un extremo de la gama, tenemos a parejas de gemelos idénticos que están tan completamente fundidos que nunca llegan a vivir separados, y cuando se les hacen preguntas, hablan con una sola voz y aparentemente piensan con una sola mente. En el caso lamentable de que uno de los gemelos muera prematuramente, el otro se vuelve melancólico de por vida. En el otro extremo de la gama, dos gemelos idénticos pueden ser casi totalmente extraños y no compartir ni experiencias ni pensamientos. Se han hecho muchos estudios en gemelos separados al nacer y que han sido criados por parejas de padres de características muy diferentes. Generalmente, 136 en estos casos los gemelos muestran todavía un 50 por ciento de fuerte semejanza en los modelos del comportamiento y los pensamientos. Cuando se les reúne todavía pueden formar fuertes lazos y entonces es probable que se establezca algún tipo de comunicación mental, ya sea percepción extrasensorial o no. Pero incluso aunque la empatía sea muy intensa, los gemelos no se dividen en un emisor de pensamiento y un receptor.

Esto implica que en el campo de la mente cualquier límite puede ser tenue. Si es necesario, nuestra mente puede fundirse y comunicarse con otra mente, con lo que un pensamiento que pertenece a una persona se convierte en una experiencia compartida. ¿Por qué es necesaria una fusión así? Nadie puede dar una respuesta precisa ya que, en general, los acontecimientos trascendentales actuarán como disparador, haciendo que la esposa intuya los últimos deseos de su pareja que está muriendo o que uno de los gemelos sepa que a su hermano lo acaba de fulminar un rayo. El gemelo a quien le sucedió esto en la realidad sintió la conmoción del rayo pasando a través de su propio cuerpo en el mismo instante en que moría su hermano. Para dar más énfasis a este tema, y después de escribir este ejemplo, conocí a un abogado que una tarde fue sacado de una reunión por un dolor desgarrador en el abdomen. Como nunca había tenido una experiencia parecida se fue a casa inmediatamente. Cuando llegó, se encontró con que le esperaba la policía con la trágica noticia de que su madre había sido apuñalada y asesinada en un acto de violencia aleatoria en el mismo momento exactamente en que él había sentido el dolor. ¿Cuál era en aquel caso el misterioso sincronismo de tiempo en el que la madre, el hijo y el asesino estaban unidos en una danza kármica?

Pero algunas percepciones extrasensoriales son totalmente triviales y sin consecuencias, como cuando telefoneamos a alguien y nos dice: «Ahora mismo estaba pensando en ti.» La fascinación real es más profunda. Todos estamos convencidos de que somos los autores de nuestros pensamientos y que no aparecen simplemente como mensajes en la cabeza sino que los pensamos activamente, pero las percepciones extrasensoriales tienden a contradecir esta suposición. Si dos personas comparten vividamente el mismo pensamiento, podría ser que ninguna de ellas fuera su autor y que haya habido sencillamente una recepción simultánea de una idea. Podemos citar ejemplos en que dos filósofos o científicos hayan tenido la misma inspiración sin conocerse. Un famoso ejemplo de esto es la invención simultánea de los cálculos por parte de Leibniz y Newton.

A menudo decimos que «hay una idea en el aire», y podría ser literalmente cierto que lo no manifiesto pueda revelar algunas percepciones o revelaciones a gran escala. Esto es especialmente verdad a nivel colectivo, cuando toda una sociedad puede ser presa del entusiasmo por la revolución o los cambios sociales. En estos casos, no tiene que haber necesariamente un emisor o un receptor, aunque siempre suele aparece un portavoz destacado del nuevo pensamiento. Decimos que una sociedad está madura para el cambio cuando, de hecho, tiene lugar un proceso mucho más sutil que consiste en la sintonización de millones de individuos en un campo de mente colectiva. En un experimento fascinante, a unas madres que habían dado el pecho a sus hijos se las separó de ellos y no se les dio información alguna sobre las actividades del niño. Incluso a varios kilómetros de distancia, muchas madres comenzaban a segregar leche en el momento en que sus hijos empezaban a llorar pidiendo leche. Hay dos mentes íntimamente conectadas que pueden unirse a nivel de la consciencia, una de las cuales ha llorado pidiendo ayuda o amparo a alguien que está a una cierta distancia y algunas veces responde manifestándose o llamando. En tiempos de guerra no es raro que algunos padres sepan con certeza el momento exacto en que su hijo muere en el campo de batalla.

La consciencia no tiene por qué ser humana, pues parece extenderse a todas las formas de vida.

En un bosque en el que los árboles sirven de pasto intensivo para los animales, los árboles pueden protegerse individualmente a sí mismos por medio de una defensa química, exudando unas breas indigeribles antes de que las toquen y avisan a los árboles circundantes por medio de señales químicas a través del aire o de las raíces. En un acto similar de consciencia común, las células del pepino de mar se organizan para dotar de boca y de tracto digestivo a este primitivo animal, que es poco más que un tubo alimentario gigante. Pero si trituramos un pepino de mar en una licuadora y vertemos la solución de salmuera y células en un vaso, al cabo de un rato todo el animal se reagrupa a partir del informe fango biológico. Todo esto son ejemplos de consciencia como un campo que está más allá del cuerpo. Estos ejemplos nos ayudan a desplazarnos desde una mente estrictamente privada y aislada a una mente universal compartida cuyo cuerpo es el universo. El aislamiento es un 137 hecho material pero no es un hecho cuántico y los límites que separan el «yo» del «tú» son mucho más frágiles de lo que podamos apreciar. Hay razones para creer que la identidad personal no es más que otra conveniencia, útil para la vida cotidiana pero demasiado endeble como para que la consideremos real. Yo creo que esto está implicado en las frases de la escritura «hijos de Dios» y «creados a su imagen y semejanza». En tanto que hijos de nuestros padres, la personalidad misma tiene una continuidad, ya que una generación enseña a la siguiente la forma de obedecer las normas de la identidad limitada, pero en una realidad muliestratificada tiene que haber otro padre y madre para nuestra identidad extendida, y éste es el papel que le asignamos a Dios.

Todavía no hemos probado que exista esta paternidad divina, pero parece innegable que nuestra identidad cósmica es real.

Por Deepak Chopra de su libro "Conocer a Dios"